El populismo se ha definido de distintas maneras por los teóricos de las ciencias sociales, donde se ha abordado desde el plano político, económico y discursivo entre otros. En 2001, Kurt Wayland de la Universidad de Nueva York, buscó redefinir el concepto, para evitar ambigüedades, describiéndolo cómo una estrategia política en cabeza de un individuo, apoyado en las masas, dejando de lado las instituciones.
Álvaro Vargas Llosa, afirma que si bien no existe un concepto único de populismo, éste siempre tiene rasgos comunes: un líder mesiánico que busca sustituir las instituciones por la comunicación directa con el pueblo y sembrar un mito colectivista que justifique su accionar.
El mayor riesgo que hoy enfrenta nuestra nación es el populismo, qué disfrazado de llamados a la desobediencia civil y al no pago de deudas, inicia una campaña que pone en peligro inminente nuestras instituciones y los pilares de la sociedad, que con tanto esfuerzo hemos construido. Para combatir esta amenaza debemos dejar de lado los altos niveles de polarización y de personalización política, para unirnos de cara a un objetivo común, cerrar filas en defensa de la institucionalidad y la democracia.
Desde los sectores más radicales de la izquierda se ha buscado la instauración de un mito qué legitime las acciones del populismo. Me refiero al discurso del fraude electoral que busca desconocer el voto de más de 10 millones de colombianos, así como busca poner en duda la derrota que sufrió en 24 departamentos del país, y así mostrarse como víctima de un sistema corrupto que únicamente puede ser rescatado por su líder.
Para fortalecer este discurso mentiroso, y convertirlo en un agitador de la rabia social, han enfilado ataques contra todo. Van desde la Registraduría y la Fiscalía, caricaturizándolos como defensores de las mafias. Los embates de este sector, en cabeza de su líder no dejan títere con cabeza, tildando al Congreso y a la Presidencia como narcotraficantes, para mostrarse como él ungido; el mesías que ha combatido la ilegalidad (a pesar de que este “mesías” haya sido grabando recibiendo bolsas de dinero).
Incluso y como parte de la estrategia, han arremetido con toda contra nuestras fuerzas armadas para mostrarlas como enemigas del pueblo, y así poner en tela de juicio su papel como defensores de la constitución. La ofensiva de la izquierda radical no es solo contra el estado, también lo hace sin cuartel contra la economía de mercado, estableciéndola en su discurso como el origen de todos los males de nuestro país.
Este recuento de acciones muestra que la estrategia política ya está en marcha, y que la embestida contra nuestras instituciones y nuestra democracia ya inició. Están buscando instaurar el caos y la incertidumbre como plataforma presidencial.
Colombia enfrentará un verdadero riesgo para su democracia de cara a 2022, y somos todos los llamados a contrarrestarlo. Por eso quiero insistirles a los diferentes sectores políticos que tracemos un camino en donde desde la diferencia, mantengamos como fin superior su defensa y la de sus instituciones.