Combatir el coronavirus es el mayor reto en términos de salubridad en la historia reciente de Colombia; un reto que además se traslada a otros planos a raíz de sus marcadas consecuencias sociales, económicas, y políticas. Pero así mismo, el actuar que como sociedad tengamos en mitigar el impacto del coronavirus puede servir de plataforma para realzarnos como nación.
En términos sociales, la irrupción del coronavirus ha servido para ver dos realidades: un grupo amplio de colombianos que abandonan su apatía histórica y se muestran consternados por las posibles consecuencias del virus, por el desabastecimiento general de bienes de primera necesidad y por la posibilidad de que esto profundice los índices de desempleo; y otro grupo, afortunadamente mucho más pequeño, lo conforman algunos políticos con las agallas abiertas buscando pescar en río revuelto y personas desconsideradas que no acatan las recomendaciones de autocuidado que evitan la propagación. Ambos comportamientos inadecuados en tiempos donde debe brillar nuestra unión, solidaridad y empatía.
Lo cierto es que toda crisis es una oportunidad. Si bien es cierto que requerimos de políticas de choque, éstas no pueden ser diseñadas como medidas “antivirales” sino que deben moldear la vacuna a futuros momentos similares. Es tiempo de introducir esquemas que empujen la transformación hacia una economía fraterna. Una evolución mejorada de la economía que proteja a empresarios, emprendedores y trabajadores. Debemos ayudar a la pequeña y mediana empresa en estos tiempos de crisis, como bien lo anunció el Presidente ayer, pero también ofrecer alivio a las personas que día a día trabajan para cubrir sus deudas, pagar sus cuentas y sobrevivir.
Necesitamos medidas de alto impacto. Propuestas como la condonación de abonos de capital e intereses a créditos (que algunas entidades bancarias han ido acogiendo, tal y como lo propusimos), alivios tributarios de manera gradual a los distintos sectores de la economía según el impacto de la pandemia, y la creación de seguros de desempleo para aquellas personas (con contrato laboral o independientes) que se queden sin ingresos deben ser puestas sobre la mesa y discutidas de manera profunda pero rápida por el gobierno y empresarios.
Un modelo de economía fraterna es capaz de absorber el golpe del coronavirus, permitiendo dentro de un marco de protección y garantía a la libertad de la iniciativa privada, pero con solidaridad, ofrecer a todos los agentes de los distintos mercados, alivios que empujen y saquen adelante a nuestra magullada economía.
Esta crisis debe acelerar los grandes cambios que buscamos como sociedad y la declaratoria de Estado de Emergencia debe servir para ello. Lograr adaptarnos y salir de éste difícil momento requiere del esfuerzo de todos. Del trabajo mancomunado dentro de la institucionalidad entre lo público y lo privado, depende que Colombia pueda aprovechar la coyuntura y catapultarse al futuro implementando cambios legales, tributarios, laborales y económicos, que faciliten una sana convivencia ciudadana y generar progreso.