La incertidumbre siempre trae consecuencias debajo del brazo. La confianza o la ausencia de esta es definitiva para la toma de decisiones de los inversionistas y también para el consumidor. Cuando todo el mercado está nervioso, la gran mayoría guarda su dinero hasta tener un mejor panorama de lo que va a pasar.
El sistema de salud no parece ser ajeno a estas premisas de las decisiones económicas. La falta de claridad sobre lo que le pueda suceder al sistema de salud por la posible reforma que pretende acabar con las EPS, le está pasando una cuenta de cobro por anticipado. La zozobra de un futuro incierto ha llevado a diferentes actores y pacientes del sistema a tomar decisiones que pueden afectar su buen funcionamiento. Miremos:
Los pacientes, preocupados por su atención, se han volcado a solicitar que se agilicen tratamientos y servicios que se les venían adelantando, pensando que quien los venía atendiendo pueda desaparecer o que les cambien el prestador. Por otro lado, han aumentado considerablemente las consultas de pacientes nuevos para ser atendidos, lo que genera mayor carga operativa. Adicionalmente, y debido a que la demanda se disparó, por la incertidumbre, se creó un mayor trancón de atención y los pacientes están optando nuevamente por la tutela.
Atraer el talento humano también se está complicando para el sector salud. Existe, con justificada razón, temor de un grupo de profesionales de la salud de contratar con algunas IPS o incluso EPS, preocupados por la imposibilidad de los pagos futuros por su trabajo, si alguno de los prestadores llegase a desaparecer.
Los diferentes aliados del sistema de salud tienen una desconfianza generalizada por el flujo de recursos para poder realizar operaciones conjuntas de crecimiento o de implementación de mejoras. ¿Quién va a realizar una inversión cuando el sistema de salud está, no amenazado por convivencia -como dirían en un reality por ahí- sino por supervivencia?
Algunos prestadores de servicios de salud, angustiados por la posibilidad de desaparición de las EPS, han cambiado las condiciones de pagos e incluso los valores por la prestación del servicio. A mayor riesgo, mayor tasa, dicen los que saben de especulación. A mayor riesgo, mayor valor por el servicio y menor plazo de pago, incluso anticipado.
Lo cierto es que la incertidumbre que ha generado la posible reforma a la salud ya está pasando factura a todos los actores del sistema y, como consecuencia obvia, a los pacientes. Lo que preocupa es que, si esto sigue así, para las EPS va a ser más costoso prestar el servicio porque sus aliados han subido los precios; el flujo de caja se va a erosionar, pues van a tener que pagar por anticipado; tendrán dificultades operativas, pues todo el mundo quiere ser atendido antes de que el sistema colapse; nadie va a invertir en mejoras, pues con esta incertidumbre les da miedo perder la platica. Para rematar, el gobierno no cumplió con las expectativas del aumento del pago por paciente.
En fin, el sistema de salud -a causa de la reforma- está montándose en una espiral negativa, donde al gobierno le va a quedar muy fácil justificar todo diciendo: “Si vieron que no funciona...”.