De sofismas perversos a ajustes virtuosos II
Las conclusiones de la primera parte de este artículo resaltaban que la evidencia sobre la política de desarrollo productivo en América Latina y Colombia durante más de medio siglo, no marcó la diferencia en el crecimiento y la inserción internacional de valor agregado, además que el sesgo hacia el desarrollo agropecuario descuidó la requerida política industrial por las capturas y el cortoplacismo; causantes sustanciales del característico atraso secular, comparados con pares de otros continentes que sí dieron el salto.
De ahí es clave considerar en el diseño y evaluación de las políticas públicas la eficacia y eficiencia al construir capacidades, en especial para poder hacer mejores actividades productivas y sus implicaciones para la mano de obra y logísticos, que analice prospectivamente ingreso, movilidad social y curvas de aprendizaje, tanto en lo agropecuario como lo industrial incluidos manufactura y servicios, en consideración de los limitados recursos del Estado, sobre todo para optimizar generación de externalidades positivas.
Así las cosas, estamos en mora en toda la región y en particular en Colombia de instrumentar mejores políticas y programas que genuinamente fomenten el desarrollo productivo con valor agregado sostenible y vocación exportadora, siendo para el efecto determinante una visión estratégica latinoamericana y nacional que de luces y permita como país y subcontinente, trazar derroteros e hitos que habiliten el anhelado ajuste estructural, pero aún subsiste otro sofisma que atenta contra este propósito.
Me refiero al cacareado eslogan de algunos oficiales de agencias de desarrollo multilateral, por demás algún amigo querido que “la productividad es local y se gesta desde lo local, con los actores locales”, sin duda cierto, pero de aplicarse a raja tabla, solo se quedará en agendas y recursos manejados por grupos con capacidad de cooptación subnacionales y locales que velan por egoístas intereses en desmedro de auténticas necesidades y el clamor de mejores condiciones sociales con visión estratégica prospectiva.
En la región no podemos darnos el lujo de entrar en el juego de “Un Futuro Ambivalente” como lo describe Daniel Innerarity, cansados y resignados en relación con lo que nos depara la inteligencia artificial, la optimación genética, la computación cuántica, los carros autónomos, el cambio climático y la formación digital; para retomar la concepción que es algo que puede ser configurado frente al inexorable destino del cual sí podemos escapar, en la medida que no nos dejemos saturar con tantas noticias disímiles difícil de digerir.
Eso significa darle valor propio a la agenda de desarrollo productivo en Latam y Colombia, con una idea clara, diferenciada y estratégica de desarrollo para así superar el inexorable y sombrío futuro que se cierne sobre esta latitud frente a su democracia, libertades, cohesión social y protección ambiental, por lo cual en buena hora llegan las oportunidades de inversión y cooperación entre la región y la Unión Europea descritas por la Cepal en documento de julio del año pasado, objeto de comentarios en la siguiente y última parte de éste artículo.