En la primera parte califiqué la capacidad productiva nacional y regional como básica por estar condicionada a ventajas comparativas y no lograr ponerse al día con la economía del saber y poder hacer, habilitante de sostenibilidad, equidad, innovación y soberanía; alcanzables, sí y solo sí, tenemos la correcta visión, aunada al debido manejo de las variables claves del desarrollo industrial y social, para “sin desaprovechar las vocaciones naturales, construir capacidades estratégicas”.

Para tal propósito falta tipificar las Corporaciones Trasnacionales CT según las normas y alcance de los sectores y jurisdicciones donde operan, sus cadenas de proveedores, junto a su desempeño Ambiental, Social y de Gobernanza; sobre lo cual es crucial resolver la ingente necesidad de incorporar en nuestra geografía la mayor cantidad posible de CT en industrias caracterizadas por tener “alta integración de componentes y pendiente tecnológica elevada”; con muy débil y fragmentada presencia en la región.

Así un tema perdido en la demagogia al ejecutar políticas públicas tiene que ver con el tratamiento dado a las cadenas de suministro categorizadas como un sistema con tres niveles (tier), según la cercanía al producto final. En el nivel 1 están las asociadas a la manufactura y ensamble más técnicos con centros de costo significativos, el nivel 2 corresponde a proveedores de insumos necesarios para el nivel 1, y en el nivel 3 están las materias primas requeridas para elaborar los componentes del nivel 2.

De ahí la importancia de la movilidad y el paradigmático sector automotriz en tanto un solo carro contiene cerca de 30.000 partes. Todo comienza aguas arriba en el nivel 3 con materias primas críticas como acero y plástico donde los problemas logísticos pueden colapsar esta industria, siendo deseable la cercanía al nivel 2 que suministra autopartes con estándares definidos de calidad, así como al nivel 1 que manufactura y provee sistemas automotrices complejos que surten aguas abajo a las marcas fabricantes de equipos originales (oem).

Retomo lo crucial para la vitalidad de este sector que empieza por producir acero plano de última generación dada la riqueza nacional inexplotada en hierro y carbón siderúrgico de alta calidad, insumos de este, todos en sí mismos reciclables, donde el automotriz tuvo una extraordinaria evolución, con notables transformaciones durante las últimas décadas impulsadas por avances de métodos tradicionales de fundición reemplazados por hornos de fusión con tecnologías de vanguardia, energética y sosteniblemente eficientes, basadas en fuentes renovables de bajo costo e hidrógeno verde que permiten introducir nuevos grados de acero con propiedades mejoradas.

Al respecto la producción mundial de acero se ha más que triplicado los últimos 50 años y a pesar del dominio abusivo e impropio de China y Rusia causante del naufragio de siderúrgicas regionales, son países que se preparan para reducir los riesgos de sobreproducción y garantizar la carbono neutralidad, que, junto a venideras medidas de protección mundial contra el dumping, muestran la conveniencia de fomentar esta vital industria a mediano plazo.