Empezó con mucho aire e ínfula con que juraba salir airoso, lo que prontamente agotó su oxígeno y lo tiene dando patadas de ahogado en su diario quehacer, mucho antes de lo esperado. Así, inició con un gabinete del cual en parte creí, al albergar esperanza de cambios progresistas que genuinamente mejoraran lo existente, pero después de la tributaria, su decadente agenda de reforma social ha naufragado en las aguas recias del Congreso de la República, que, a pesar del desafuero del juicio por violar topes financieros en la campaña presidencial, ha demostrado que realiza bien su principal tarea; el control político.
El descontento entre seguidores y opositores está en aumento por su estilo autoritario, típico de nuestro omnímodo sistema presidencialista, exacerbado por el carácter insurgente y anárquico con el que se jacta de pertenecer a la primera línea de la resistencia que tanto caos y daño causó, que lo llevan a dividir y polarizar cada vez más al país, con discursos resentidos que alimentan el odio de clases, al buscar ganarse el favor popular de un pueblo que no traga entero, donde las minorías que manipula y confunde, en continuo descenso, son las únicas que lo siguen con su séquito revolucionario.
Así tenemos un mandatario que no gobierna para todos los colombianos y menos tras los resultados de las elecciones regionales, en tanto decidió excluir a los territorios donde no se vio favorecido, que paradójicamente representan más de la mitad de la población nacional, por lo cual sacrificó al Atlántico y Barranquilla con la pérdida de los Juegos Panamericanos, en Bogotá pretende atravesarse a la ejecución de las obras del metro e imponer su criterio a sabiendas de los sobrecostos que puede generar, además del boicot financiero para terminar los proyectos viales 4G en Antioquia que desataron la controvertida vaca.
En el plano internacional le encanta casar peleas, así entró fácil con Israel y antes Argentina y Venezuela, el último caso dizque por problemas con la profundización de la democracia del hermano país, cuando irónicamente convoca una constituyente que busca calcar la del aliado el inmaduro vecino, dizque para solucionar los problemas de bajos recursos públicos destinados a la educación, junto a la necesidad de expropiar para realizar la anhelada redistribución agraria.
Sobre esto, sabemos bien que el problema de la calidad y pertinencia educativa recae en Fecode, sindicato aliado obstinado que se niega a ser saludablemente evaluado y así por más billete que se meta a un sistema sin estándares adecuados, esa platica se iría a mafias más preocupadas en desarrollar cartillas sobre ideologías de género y libretos socialistas politiqueros que a fomentar el análisis reflexivo y crítico, junto al pensamiento lógico abstracto. Por su parte, la inminente incapacidad de negociar predios para la prometida reforma agraria no se suplirá con medidas administrativas confiscatorias, eso sería un desafuero.
Por favor termine en lo posible bien su mandato, no se ahogue en ideas infundadas sobre golpes blandos, nadie va a tumbarlo, gobierne para todos, no satisfaga obsesiones que lo lleven a ser el peor presidente en la historia del país.