Esto va a parecer más una oda para aquel accesorio que nos protege del inclemente sol que cae a diario y seguramente, así se verá. Las hay de todos los colores y motivos y para toda ocasión, una parte del atuendo o como le llaman los sectores más chic, del outfit cotidiano.
Eso lo inauguró el alcalde Char, respetable, tiene de todo tipo y de cualquier cantidad de motivos, pero al parecer, él no se coge su gobierno de gorra, hace proyectos y los ejecuta, su esposa, que no posa, también hace su trabajo, se le ve ayudando a la población menos favorecida e incluso a la carcelaria para que puedan salir adelante después de pasar su condena.
También vimos gorras en eventos que procuran el cuidado del medioambiente y que avisaban sobre ellos con ritmos de marimbas chonta y viche y un boleo de pañuelo perpetuo, gorras que dejaron ver lo mal que estamos climáticamente, negociaciones para poder rescatarlo, pero que a su vez dejaron atrás a quienes precedieron esto, quienes lucharon por el mismo objetivo desde Río 92 e incluso aquellos que le dieron identidad a la flora y fauna colombiana. Gorras con ojo de águila.
No se puede dejar atrás la gorra primaveral utilizada por el alcalde Gutiérrez, una con la que creemos que todo va avanzando y quizás puede ser así, ya que una gloria del deporte se quiere retirar y todos le caen encima porque querían quedarse con su gorra, o simplemente porque había unos más lentos que otros y aquellos relegados fueron apoyados por quienes decían que los habían dejado botados.
Esto, sin dejar atrás el constante tropelillo con su predecesor hasta por los huecos en las calles, huecos que parecen más bien el meteorito del juicio final y que ha pasado por algunos mandatos. Huecos de gorra.
Pero hoy después de muchas cosas leídas y muchas gorras vistas, pasó por mis ojos y mis oídos la más cara de todas, una igual o más costosa que una de marca como Polo o simplemente una Adidas, la de la Alcaldía de Cartagena, en la que se hicieron los de la vista gorda con el tema de la señora que denunció un abuso en las tarifas y porque lo hizo desde el Tiktok de su empresa pasó a ser una persona prepotente; esto, debido al mensaje final del alcalde Turbay, en donde dice que esto era un caso de “usted no sabe quién soy yo” y lo cierra con un tajante “punto final”. Una gorra histórica y bastante amurallada.
Bueno, y así pasa este periodo en el que la gorra ha sido la protagonista en los gobiernos actuales, sobre todo para identificar su ciudad, y si el Presidente lee con jocosidad este escrito también lo coloco aquí porque es uno de los acérrimos usuarios desde tiempos inmemoriales.