Al margen del riesgo de depresión, la economía permanece en estado de alerta; estresada y agotada, se hizo adicta a los estímulos. Durante 2020, ¿es momento de explorar terapias alternativas?
Ejerciendo como abogados u orden religiosa de nuestra época, los financieros manipulan las leyes, los economistas crucifican la noción de justicia, y los ingenieros anuncian milagros fraudulentos. Cuestión de método, consciencia -incentivos y motivaciones-, propósito o sentido -valores-, el asunto trascendió; muchos incurren en concierto para delinquir, y el examen de responsabilidad de los otros agentes económicos acaso admitiría atenuantes.
Quizás sean declarados interdictos, porque: confunden las polisemias de utilidad, deseable y «Mill-onario» -como legado de Stuart Mill-; tentados y endeudados, los consumidores parecen bipolares; los empresarios exhiben rasgos de psicopatía; y la irracionalidad tecnócrata se esconde tras el glamour de la estadística. Inverosímil, dicha Bola de Cristal no es la única práctica esotérica que guía nuestros destinos; de hecho, esos gurús celebran pactos fáusticos.
Mal karma, la economía reencarna en factores de producción, cuyos pecados se manifiestan en las atormentadas meditaciones del Economic Policy Symposium (Hole), la falta de iluminación del WEF en La Montaña Mágica (Mann, 1924), y las inflexibles negociaciones por «posiciones» en los G-x. A propósito, los yoguis denominan esos patrones «asana» (RAE), palabra que traduce el malestar global, recordando que el prefijo «a» denota privación o negación.
Época de crisis existencial, el «positivismo» econométrico conserva sus sesgos negativos, y el «relajamiento» (easing) tranquiliza a unos pocos, los de siempre, que se elevan con el valor de su dinero en el tiempo -gracias a la ley de potencias-, alucinando con los Ministerios de la Verdad y la Abundancia (1984).
Marketing prohibicionista, legalizaron el cannabis recreativo e inauguraron Centros de Investigación en Psicodelia y Conciencia (Imperial College & Johns Hopkins), destinados a apaciguar pacientes con estrés postraumático: víctimas de relaciones tóxicas (Brexit), abuso (Trump) y guerras, comerciales y monetarias (Xi Jinping).
Destaco la homofonía «chi» «yin»-ping, que traduce «energía» «oscura»-pong, según el taoísmo, que integra la libertad y armonía. Esa sabiduría ha sido menospreciada o corrompida por la doctrina que identifica los opuestos como sujetos del ‘Arte de la Guerra’ («Zen-tro» Democrático), o le conviene que el pueblo esté «pe-Lao», dispuesto a empeñar el futuro: deuda insostenible, estancamiento del «flujo» de caja y economía «circular» saboteada.
Esa cofradía pregona votos de silencio e indiferencia, porque el mercado es omnipotente, se autorregula y da a cada quien lo que se merece, gracias a una fuerza invisible (laissez-faire, laissez-passer / «wu wei»).
Confusionismo neoliberal, la alquimista economía «colaborativa» también arruinó la ‘ética de la reciprocidad’ (reglas de oro, plata y platino); modernizó la ouija (big-data), y la interpreta como al Oráculo: “Ni al justo leyes, ni al sabio consejos […] Una cosa me has de perdonar y otra agradecer”.
Procrastinan nuestro carpe-diem y, a todas estas, los psíquicos se llaman maestros, y los psicólogos clínicos «doctor», cual abogado y economista.