Colombia es un hoyo negro y está a años-luz del bienestar. De hecho, permite demostrar el experimento mental del ascensor en reposo, descenso acelerado y caída libre que propuso Einstein, para simular la «relatividad», pues el «peso» de los ciudadanos dentro del frágil, inestable o corrompido ascensor social, instalado por el Estado-Mercado, tiende a registrar 0 Kg. y $0.
Los tecnócratas malinterpretan el efecto de la gravedad en nuestra situación, y manipulan la objetividad de la miseria con la «relatividad» de la pobreza, para entorpecer las urgentes reformas. En suma, sus «centros» de pensamiento no representan «fuerzas» democráticas: constituyen deformidades del «espacio-tiempo» político, cuyos sesgos ralentizan, retrasan o anulan a nuestra república.
Hace cinco años la Ocde publicó “¿Un ascensor social roto?” (A Broken Social Elevator? How to Promote Social Mobility), y Colombia estaba colapsada en la planta baja de la herencia del progreso, pues en promedio la dignidad tardaba 12 generaciones para emerger.
Ahora, la realidad es «relativamente» la misma en casi todo el planeta, debido a que la inequidad es inmoral, e inicia desde antes del nacimiento, se hace más dispar durante el crecimiento, y se reproduce en la jubilación. En ese ciclo de vida económico, la persistencia del paro laboral -desempleo o subempleo- congeló al tránsito social, tanto como el vehicular a Bogotá: la capital mundial del trancón.
El estancamiento permanece, y las escaleras de emergencia tampoco son funcionales. Para escapar de la trampa, es imperativo resaltar que los países nórdicos deberían ser nuestros referentes, aunque las diferentes ramas del poder insisten en imitar a las otrora potencias, cuyas socialdemocracias cada vez están peor.
Es necesario «elevar» el nivel de los debates, para lo cual sugiero empezar con la convención de aspectos básicos, invocando las Instrucciones para Subir una Escalera, según Cortázar: “Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente […] (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria)”.
Sin embargo, mantenemos los brazos cruzados, las cabezas bajas y, a rastras, nos derrumbamos.
Los electores deberían tomar refuerzos de física, o talleres para diseñar ascensores: el contrapeso sirve para mantener el equilibrio entre los desplazamientos -no para sujetar al nepotismo-; el sistema de paracaídas no debe confundirse con los privilegiados bonos dorados, sino entenderse como un freno de emergencias, para proteger al nivel inferior de la escala socioeconómica. Finalmente, el limitador de cargas evita que se supere un “$” máximo (v.g. topes salariales o de rentas), y los amortiguadores sirven para que los eventuales choques no sean tan bruscos.
Así debería funcionar la seguridad social, en torno a la renta universal y la igualdad llana.