Librando una lucha de clases, Jennifer Pedraza sacrificó clases en la U. Nacional. Ahora, por no gritar auxilio al BanRepública y la SuperFinanciera, bloquea la actividad económica para defender el hueco fiscal, aunque los trillonarios subsidios al petróleo hayan patrocinado la miseria presente y el insufrible futuro (img.org, 24/8/2023).
Inmortalizada por Ovidio (Las Metamorfosis, VIII), la trágica irracionalidad de Erisicton le costó un castigo divino. Caprichoso, aquel rey despreció a la madre naturaleza, y destruyó el árbol donde vivía cierta ninfa, que falleció; esto sucedió en los dominios de la diosa de la agricultura, quien lo condenó a padecer la persistencia del ayuno o la “calamitosa Hambre”.
Voraz, malgastó su fortuna procurando provisiones, y se canibalizó cuando quedaba nada. Desgraciadamente, nuestra especie heredó ese inmoderado, consumista y autodestructivo patrón, que erosionó la dignidad, el bienestar y la sostenibilidad: deudas que hace rato acumulamos y deshonramos.
Desensibilizados, casi nada nos escandaliza ni compromete a cambiar dichas tendencias automatizadas, mientras que la extinción sigue su cuenta regresiva, tras haber degradado los umbrales de tolerancia para regenerar los ecosistemas biológicos y comunitarios.
El homo œconomicus nunca tuvo corrección, y, en lugar de apostar a la racionalización y la redistribución, los tecnócratas y plutócratas insisten en explotar nuevas fuentes de recursos, que denominaron no convencionales, para opacar la posibilidad de sincerar los debates, que siguen obsesionados con el producto interno bruto (PIB): la hoja de parra de los descarados economistas.
En déficit ecológico, urgimos la oferta de 1.75 planetas Tierra para satisfacer nuestra demanda diaria de recursos diarios (nationalgeographic.com.es, 4/8/2023), mientras que la deuda global quintuplica al PIB. El planeta está harto de nuestros abusivos maltratos, y no tenemos ningún paraíso de reserva ni orbe fiador.
Como insinuó el humorista Chapelle, cualquier campaña política o de responsabilidad social empresarial acaso regala chicles, para que la gente mastique algo y disimule el mal aliento, aunque siga con hambre, porque es usada como condicionamiento.
Entre tantos mensajes apocalípticos, que hemos pagado con indiferencia o egoísmo, recomiendo el documental Mañana (Mélanie Laurent, 2015), pues no invita a cazar brujas sino a divulgar soluciones, con evidencias de cambios sembrados mediante huertas ciudadanas, descarbonización, moneda social con plena reinversión local -contra la especulación y la concentración de la riqueza-, educación sin represión ni evaluaciones, y sorteos electorales para determinar a los representantes estatales.
A Jennifer Pedraza le gusta la gasolina; incendiaria, representa al absurdo Partido Verde, y la incoherente candidatura de Fajardo-Robledo. Además, Petro también defraudó: en contra del esfuerzo colectivo, para el bien común, ampliará los subsidios a ciertos oligopolios y grupos de presión: taxistas, camioneros y moteros, desvirtuando el ajuste al “barril sin fondo”. Tampoco promovió la permacultura en edificios públicos, como la Policía, para que “los nadie” puedan cosechar “sin pagar ni pedir permiso”.