El desempleo o el deterioro de la capacidad adquisitiva atentan contra la mayoría de los ciudadanos, que viven como ánimas en pena, mientras que la consigna «parlamentarIA» sigue espantando la reducción de los alucinantes salarios de los altos cargos públicos, y evadiendo el debate sobre las productivas inteligencias artificiales.
Entretanto, filtrando cifras del Dane, 51% de los jóvenes colombianos ni estudia ni trabaja; 50% de quienes inician estudios universitarios, los abandona (Laboratorio de Economía de la Educación, 2023), y entre los graduados 59% no trabaja en lo que se tituló, y otro 15% agregó que no aplicaba lo que le enseñaron (Empresarios por la Educación, 2024).
Lamentablemente, no descifran si esto es consecuencia de la aversión a hacer las cosas bien, o la falta de pertinencia vinculada a la desarticulación universidad-empresa. Tampoco indagaron si esos jóvenes estudiaron y trabajaban en procesos-sectores que respondían a sus intereses genuinos, o ante la falta de oportunidades-alternativas se resignaron a rebuscarse cualquier ocupación.
Faltando corrección al mercado laboral, sigue reinando la creencia de que el dinero compensa todo lo demás. No obstante, según el Study of Adult Development, de Harvard, incluso en los cargos mejor pagados las principales causas de infelicidad son la escasez de interacción humana, y el predominio de las relaciones indiferentes o tóxicas.
Esto cobra relevancia en la era del trabajo remoto o independiente. Igual, entre los tradicionales, los roles más afectados son los: 1. ingenieros, enclaustrados o dedicados a labores mecánicas o rutinarias; 2. docentes, porque sus grupos de interés son irracionales y sus herramientas de trabajo son precarias; 3. administrativos, cuando deben absorber el trabajo incumplido o rechazado por otros; 4. cajeros o asesores de servicio al cliente, obligados a fingir excusas o sonrisas ante los malhumorados clientes; y, 5. gerentes, por la jornada extendida que demandan los recurrentes problemas.
Afortunadamente, todos pueden ser liberados y suplidos por la moderna inteligencia artificial. A diferencia de lo que concluye Randstad Research, creo que las áreas Stem son las más vulnerables, y, aunque anhelo que el Nobel de Economía Pissarides tenga razón, las humanidades también serán susceptibles de ser sustituidas.
Para terminar, aunque dicen que la inteligencia emocional hace la diferencia, la artificial puede demostrar más empatía e influencia, maneja mejor el estrés ajeno y miente mejor que nosotros, quienes seguimos explotándonos según expuso Cnbc (ChatGPT is powered by these contractors making $15 an hour, 2023).
Además de racionalizarse el número de altos cargos del Estado, y simplificar la jornada, el tamizaje para elegir a los trabajadores que serán reconocidos como dignos para vivir, con bienestar y felicidad, ¿de cuáles carreras dependerá?
Falta volición política para garantizar la abolición de la pobreza, la inequidad y el trabajo forzado/forzoso. Por ahora, en términos económicos, la desmotivación y la pérdida de compromiso laboral destruye el equivalente a US$8,9 trillones en productividad, de acuerdo con State of the Global Workplace 2024.