Mientras Biden intenta algo disruptivo, Duque hace la fácil: mantener la Ineficiencia de Pareto, que desmejora de a poco a la mayoría de la población vulnerable, para incrementar marginalmente los beneficios de la minoría que concentra el poder. Su Tercera Ola tributaria encubre que podría obtener más recursos -sin delegar el esfuerzo y la responsabilidad-, interviniendo la evasión, la corrupción y el derroche del erario.
Al excesivo gasto burocrático en las inefectivas ramas del poder, se suma el desproporcionado gasto militar y la dispersión del ínfimo gasto social, en programas tan desordenados como ineficaces (incluyendo las cajas de compensación), que no estimulan a la economía real, no cubren a toda la población vulnerable y no equiparan al mínimo vital.
Su aporte es más de lo mismo que a cuentagotas se ha impuesto como moda con cada gobierno. Debería hacer lobby para que otorguen a Colombia el Récord Guinness de Reformas Tributarias, además de la Leche y Naranjada Más Rebajadas en Agua (Trailblazers, 2021), para colocar esas placas junto a la suya en el Túnel de la Línea.
Ajeno a los problemas estructurales de desempleo, inequidad y pobre calidad de vida, apenas intenta parchear el hueco fiscal -cual eterno bache bogotano-, para disimular ante las calificadoras de riesgo. Por eso también ignoró los famosos Informes de Expertos, y cerró la puerta a las alternativas innovadoras, como obtener recursos del Banco de la República o procurar la condonación por parte de los buitres multilaterales (aprovechando el debate del impuesto global a las multinacionales).
Con la excusa de la pandemia, y la amenaza de que sólo tiene caja para seis semanas, su Estado de Emergencia despedirá a la mayoría de los empleados, y condenará a casi todos los habitantes a rogar que su muerte sea durante alguno de los Días Sin IVA, para eludir el recargo a los onerosos servicios funerarios. En aras de acelerar la depuración socioeconómica, ¿el Sisben IV ofrecerá combos?
Demostró que insiste en legitimar la concentración de la riqueza, asegurando la continuidad de las deducciones que permiten eludir impuestos, para acumular o heredar rentas financieras, además de estimular el consumo conspicuo y el insostenible endeudamiento, aunque el rebusque sea lo normal y la esperanza matemática del ingreso con suerte aproximaría el mínimo legal. Para rematar, terminará de destruir el tejido empresarial y social, rompiendo la canasta de «huevitos» colombianos contra el producto contrabandeado o importado, por no erradicar el IVA y controlar exclusivamente las rentas, verbigracia declarando un ingreso máximo y un tope al patrimonio.
Derrochó esta oportunidad histórica, y la administración de su estatuto será aún más costosa y miserable, pues seguirá protegiendo a las tierras improductivas, los servicios digitales y las comidas chatarra (Rappi), las mega pensiones y las herencias, los paraísos fiscales y las golondrinas (fuga de capitales).
Vándalo y bandido, ignora la reflexión de Dani Rodrik -Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2020- sobre los modelos matemáticos y su aplicación en pseudociencias como la economía (What Models Do, 2015).