¡En defensa de las low cost!
Nadie ha dicho que sea fácil entender la dinámica del sector aéreo. Iniciamos el año celebrando la capacidad de recuperación de la aviación comercial en el país, cuyos resultados al cierre de 2022 se erigían como los más representativos de la historia, al registrarse la movilización de más de 48 millones de personas en avión tocando puntos en Colombia, casi 38 millones en rutas domésticas y más de 15 millones en rutas más allá de las fronteras.
De acuerdo con estas cifras de la Aerocivil, el número de pasajeros transportados en el país registró un incremento de 57,2% respecto a 2021 cuando viajaron 30´545.000, y de 16,2% frente a 2019, en época de prepandemia. El 2020, con un apagón del 90% en los viajes vía aérea, no aparece en los registros.
Y he ahí la cuestión. Cuando quizá pensábamos que era asunto de apagar y volver a encender como si nada hubiese pasado, la coyuntura nacional e internacional signada por la exasperación de factores clave para la actividad aérea se hizo sentir con rigor. Recordemos que la situación extrema en 2020-2021 había llevado ya a Avianca y Latam, las dos más grandes operadoras aéreas del país, a cursar con éxito procesos de reestructuración al amparo del capítulo 11 de la Ley de Quiebras o recuperación económica estadounidense, pero este año el golpe terminó por fracturar la estructura de las que se mantenían debilitadas.
El restablecimiento del Iva del 19% para los boletos aéreos, que había sido reducido al 5% por el covid, el incremento en los costos del combustible de aviación, las variaciones en el precio del dólar y la ralentización de la economía global qué está haciendo cada vez más difícil el acceso a créditos de financiación, ha tenido sin duda mucho que ver con lo ocurrido a Viva Air y Ultra Air, dos aerolíneas del modelo bajo costo que han contribuido en grado sumo a la democratización de los servicios aéreos en el país, facilitando el acceso de cientos y miles de colombianos a los viajes en avión.
Con todo ello y sin desconocer el calvario que han debido vivir en esta semana santa los pasajeros con reservas y boletos pagados en Viva y Ultra, es plausible ir más allá de esta coyuntura. Como nunca antes, los colombianos necesitamos recuperar la confianza en las empresas de aviación, y esto demanda el trabajo conjunto de los actores clave del sector. La conectividad entre regiones, el empleo y el impacto en el turismo nos deben llevar a extender la mirada y trabajar juntos en la solución.
Para empezar, debemos entender que no se trata del fracaso del modelo de Low Cost en general, como muchos lo han querido presentar. Justamente ha sido la flexibilidad de este esquema lo que ha permitido a la aviación mundial reinventarse una y otra vez tras los impactos generados por los conflictos económicos y sociales, las enfermedades y las restricciones a los viajes en otros modos de transporte.
Gracias a este modelo de negocio, que se ha venido fortaleciendo en la región, el mercado aéreo colombiano se ha venido transformando de manera positiva. Todos de alguna manera hemos ganado: Los empleados, que han recreado sus antiguos oficios; los viajeros, que ahora tenemos a disposición nuevos escenarios para viajar por el país y el mundo; los proveedores de servicios de tecnología que se han incorporado a este esquema y los países que han visto renacer el turismo.
Lo que se ha ganado no se puede perder de un barrigaso. En el país y en el mundo contamos con aerolíneas de bajo costo que operan con alta eficiencia a través de la simplificación de sus estructuras administrativas, servicios punto a punto, atención sistematizada y flotas unificadas de última generación que consumen menos combustible y demandan menos componentes, al tiempo que mantienen los más altos niveles de seguridad. Un ejemplo exitoso de esta estrategia empresarial que permite una reducción de entre el 35%-40% de los costos unitarios frente a las aerolíneas de servicio tradicional, son WizzAir, RyanAir, Frontier, Wingo, JetSmart, entre otras.
El Gobierno nacional tiene también en esta crisis una oportunidad de oro para garantizar mejores condiciones para la operación de las Low Cost y de la industria aérea en general. Una redistribución equitativa de los Slot (espacios para el despegue y aterrizaje) en el aeropuerto El Dorado de Bogotá, la revisión del IVA a los tiquetes aéreos y la optimización de los servicios aeroportuarios, resultan clave a la hora de imprimirle viabilidad y competitividad a un sector vital para el desarrollo y la economía del país.
¡Larga vida a las aerolíneas!