Importancia estratégica del carbón
La importancia estratégica del carbón en Colombia es un tema que merece un análisis profundo debido a su impacto en la seguridad energética, la economía nacional y el comercio internacional. Colombia cuenta con reservas significativas de carbón térmico en regiones como La Guajira, Cesar, Córdoba, Norte de Santander, Cundinamarca, Antioquia y Boyacá.
Este recurso fósil es fundamental para garantizar el suministro energético, especialmente en épocas de fuertes veranos que reducen el nivel de agua en las represas, lo que obliga a activar las termoeléctricas.
Desde el inicio del Gobierno actual, el presidente ha promovido restricciones a la minería a cielo abierto en explotaciones emblemáticas como Cerrejón, Drummond y Prodeco. Sin embargo, estas medidas han generado inquietudes, ya que el carbón constituye un insumo estratégico para la economía nacional y regional, además de ser un pilar en el comercio exterior del país.
A pesar de los discursos sobre una transición energética y la creación de un “corredor energético de la vida”, los avances concretos en este sentido aún son limitados.
En términos de reservas, Colombia posee aproximadamente entre 4.500 y 6.000 millones de toneladas de carbón, lo que la posiciona como uno de los países con mayores reservas en América Latina y ubica al país entre los once primeros a nivel mundial.
No obstante, esta cifra es pequeña en comparación con las potencias mundiales: Estados Unidos cuenta con 250.000 millones de toneladas, Rusia con 162.000 millones de toneladas, Australia con 150.000 millones de toneladas, China con 143.000 millones de toneladas e India con 111.000 millones de toneladas. Esta comparación revela que, aunque el carbón colombiano es relevante, su peso relativo en el mercado global es menor a 1%.
Según Fenalcarbón, Colombia se mantiene entre los diez principales exportadores mundiales de carbón térmico. En 2024, las exportaciones alcanzaron alrededor de 64 millones de toneladas, con un incremento de 7% a 8% respecto al año anterior, pese a una caída del precio internacional de aproximadamente 22% a 30%. Los principales mercados para el carbón colombiano son Corea del Sur, Turquía y China.
Las empresas más importantes en esta actividad son Drummond, que representa 52% de las exportaciones, y Cerrejón, con 34%. En conjunto, estas exportaciones constituyen cerca de 14% de las exportaciones totales de Colombia y representan más de US$7.000 millones en ingresos.
El carbón es esencial no solo para la exportación, sino también para el abastecimiento energético interno, aportando cerca de 7% de la matriz energética nacional, particularmente a través de plantas termoeléctricas que operan cuando las condiciones hídricas son adversas.
Además, genera un impacto significativo en la economía de las regiones productoras, representando más de 35% del PIB en zonas como La Guajira y Cesar, y proporciona aproximadamente 130.000 empleos, combinando minería a gran escala y actividades de pequeña y mediana minería.
La crítica presidencial hacia la minería de carbón, alegando que “el mundo ya no compra carbón” y subrayando la necesidad de una transición energética, contrasta con las cifras que muestran una demanda mundial récord de más de 8.770 millones de toneladas de carbón en 2024 y un crecimiento sostenido de las exportaciones colombianas en volumen.
La caída de precios afecta los ingresos, pero no ha reducido el volumen exportado, que sigue siendo alto. Esto indica que el carbón sigue siendo un recurso estratégico para la economía colombiana en el corto y mediano plazo.
Para finalizar, el carbón térmico en Colombia es un recurso estratégico que asegura la seguridad energética en momentos críticos, aporta sustancialmente a la economía nacional y regional, y mantiene al país como un jugador relevante en el mercado mundial de minerales fósiles.
Aunque existen desafíos ambientales y sociales asociados, restringir la explotación sin alternativas claras podría afectar el equilibrio energético y económico del país con miras a cumplir la agenda al año 2050.
Por ello, es imprescindible considerar una política equilibrada que combine la transición hacia energías limpias con el aprovechamiento responsable y eficiente del carbón, garantizando el desarrollo sostenible y la estabilidad económica.