Externadistas: ¡en guardia!
Hace pocos días se conoció la noticia de que el exfiscal Eduardo Montealegre, tal como lo hizo en su paso por la Fiscalía General de la Nación, pretende romper la institucionalidad de la Universidad Externado de Colombia, posando como adalid de la moral y la legalidad -algo que nunca hizo en su más reciente cargo público-, y atacar una de las fortalezas de la universidad, que le ha permitido mantener un alto estándar de dirección que conlleva a la formación de profesionales librepensadores, tal como soñaba el maestro Fernando Hinestrosa.
Es claro que Montealegre, con ese ataque, lo único que pretende es desestabilizar a la universidad, con el objetivo de encontrar un escenario de poder perdido a raíz de su salida por la puerta de atrás de la Fiscalía General de la Nación, hecho que, sin lugar a dudas, se convirtió en una vergüenza para todos los externadistas.
Sí, el Externado es de los externadistas, pero no de externadistas como usted, señor Montealegre, que ha ido en contra de los principios y valores que nos fueron inculcados a quienes tuvimos el privilegio de ser miembros de la institución: la institucionalidad no está sola y estamos todos los externadistas, que lo consideramos a usted un activo tóxico de la universidad, en guardia para defender lo que ha sido el estandarte de la estabilidad educativa.
Lo que usted llama “continuismo ascendente” no es otra cosa que el trabajo de 50 años de quien fuera su maestro -quien, de seguro, lo declararía externadista no grato si viviera- y que ha permitido a la Universidad Externado de Colombia mantener un gran prestigio en su calidad educativa, lo que ha hecho apetecibles los profesionales egresados de esa alma máter por la formación recibida, producto de las políticas educativas que han permanecido en el tiempo con mucho éxito.
Hoy califica de nefasto el “continuismo ascendente”, pero cuando se benefició de él, Montealegre no tuvo reparo alguno. El ataque sicarial que está pretendiendo perpetrar al Externado, bajo la trinchera de la falta de garantías, no es más que la confirmación de su calidad como ser humano, la cual privilegia sus intereses personales sobre la institución que lo acogió, protegió y puso en la mira, impulsando su carrera como investigador jurídico. Es curioso que en su mandato como fiscal general, cuando poco o nada se respetaron las garantías -salvo las de Palacino-, hoy Montealegre y su coequipero Perdomo aleguen no tenerlas, solo con el pretexto de atravesarse en la reelección del rector Juan Carlos Henao (quien, como en toda elección, tiene sus partidarios y contradictores). Todos hoy estamos unidos en pro de defender de su burdo ataque tanto al Consejo Directivo como al actual rector.
Externadistas, no permitamos que personajes que han deshonrando los valores con los que fuimos fuertemente formados alteren el buen funcionamiento de la universidad, con la falsa excusa de luchar por los derechos de las minorías y el claro propósito de apoderarse de y generar dinámicas negativas en una institución educativa que debe mantenerse al margen de sus intereses personales y de poder. Con esto, evitaremos sufrir en nuestra casa la misma crisis institucional que vivió la Fiscalía General de la Nación durante su administración.