Pacto por el emprendimiento
La semana pasada, en las instalaciones de la Universidad EAN y con la participación de varias instituciones públicas y privadas, fue suscrito el pacto nacional por el emprendimiento, cuyo propósito no es otro que generar las condiciones adecuadas para transformar a Colombia en un país en donde emprender deje de ser una utopía y se convierta en una ruta facilitadora para quienes lo hagan.
Dentro de los foros de debate que se dieron en el evento de la firma del pacto, coincidimos quienes tuvimos la oportunidad de intervenir en que existen varias prioridades que deben trabajarse con urgencia: la primera fue elevar la discusión y recursos del emprendimiento, no solo enfocado en la creación de nuevas empresas, sino en el crecimiento empresarial. Es claro para todos que los países crecen al ritmo de sus empresas, por lo que dar la discusión sobre emprendimiento de espaldas a esta realidad haría inocua cualquier iniciativa de política pública que se pretenda generar.
En Colombia somos dos veces más propensos que países desarrollados a la creación de empresas, pero somos seis veces menos capaces de tener empresas con más de 50 empleados, es decir que somos un país con iniciativa emprendedora, pero con incapacidad de hacer trascender esas empresas si de su crecimiento hablamos. Otro de los puntos que se debe priorizar es la intención de mover la caja de los emprendedores, lo que se traduce en empezar a establecer un análisis diferencial a la hora de los impuestos, permitir que el factoring sea una realidad para la pequeña y mediana empresa en el país y, ¿por qué no?, encausar al sistema financiero para que entienda, asimile y le apueste al modelo emprendedor.
Además de los anteriores planteamientos, debe organizarse la política pública nacional y regional en este aspecto. Si bien la economía naranja es valiosa y forma parte del ecosistema emprendedor, no todas nuestras energías y discusiones deben quedarse en este sector. La firma de este pacto, que tiene un simbolismo importante por ser la primera iniciativa de esta naturaleza, no debe quedarse en un evento y una participación para estar en la fotografía final, ni vernos nosotros como ajenos a la discusión.
A partir del 14 de noviembre de 2018 debe comenzar la verdadera alianza para la generación de oportunidades (en un país en el que escasean); por eso, luego de lo vistoso y motivante que es este pacto, el llamado es al presidente Iván Duque para que no solo abra los espacios en el Gobierno para la discusión, sino que se priorice dentro de la agenda legislativa las iniciativas que materialicen las políticas públicas para cambiar las condiciones que hoy tiene cerca del 96 % del tejido empresarial del país.
Solo se necesita voluntad política para dar paso a que las nuevas generaciones puedan vivir en un país en el que crear empresa (si se hace bien) sea sinónimo de crecimiento, pues están dadas las condiciones para que quien logre fortalecer y tener éxito en el mercado logre abrir un espacio que permita generar nueva competencia, empleos e ingresos para el país porque, por la ruta en la que vamos, será imposible pensar que podamos salir del rezago económico en el que nos encontramos por generar políticas públicas para la minoría -sin tener en cuenta la realidad- y en contravía de lo que reclama con justicia y necesita la mayoría del tejido empresarial de Colombia.