La expectativa sobre los posibles daños que puede producir la invasión de masas de aire frío a la caficultura del sur de Brasil genera alegría a muchos colombianos recordando la bonanza de 1975 al 78.
Sin embargo, se ha comprobado por el comportamiento de los precios internacionales que, apenas pasó la expectativa de una segunda helada el pasado 29 de julio, inmediatamente el precio descendió US$0,25; se frustran así las ilusiones de muchos cafeteros que soñaban con alcanzar el precio interno de 1977 que, ajustado por inflación, hoy estaría cercano a $2,6 millones por carga.
De todas maneras, el precio que ya había subido a $1,4 millones por cuenta de las compras a futuro por parte de los especuladores, ahora con este déficit temporal, si llega a permanecer por los lados de $1,6 millones es absolutamente espectacular y sí constituye una bonanza para los productores, que verán doblados sus ingresos.
El precio máximo alcanzado, de alrededor de US$2, es inferior a los US$3,08 de abril de 2011 cuando la cotización interna llegó a $1.070.000. Sin embargo, los cafeteros no guardaron un solo peso en la alcancía y, en 2012, el precio había bajado a $521.262; al gobierno de Santos le tocó subsidiar, sin embargo, los cafeteros organizaron el paro de 2013.
Por lo tanto, los colombianos solo aspiran a que manejen con cuidado sus finanzas, disfruten su bonanza, y no resuelvan en dos años, cuando llegue la próxima crisis de precios, que el presupuesto nacional tenga que subsidiar el precio interno. Podría suceder si nos atenemos a la declaración de Roberto Vélez, oponiéndose a la posibilidad de ahorro institucional, lo que hace feliz a la galería cafetera, pero olvidando que esta actividad es de largo plazo.
Flaco servicio prestaron al café quienes ayudaron a hundir la ley de reforma a la contribución, que proponía que fuera ad valorem de 5%, acotada en US$1,60 para recolectar hasta máximo US$0,08 para el Fondo Nacional del Café, y por encima de este precio destinado a un fondo de estabilización de precios.
Para bien del Fondo, actualmente la tasa de cambio ha aumentado más de 100 % y la producción exportada casi se ha doblado, por lo tanto, sus ingresos se acercan a $400.000 millones.
Pero como no hay felicidad completa, la bonanza de ingresos puede llegar a ser la quiebra de las instituciones de los cafeteros.
Ya dijo el gerente que “podemos terminar con todas las cooperativas de caficultores quebradas” por el incumplimiento de los futuros, que ya son de 257.000 sacos, y cubrirlos, a precios de hoy puede valer más de $100.000 millones. Pero el riesgo máximo posible son 1,69 millones de sacos que están vendidos a futuros y que, de llegarse a siniestrar, la perdida puede llegar a más de $600.000 millones.
No olvidemos que el Fondo Nacional tendría que honrar el compromiso exportando el físico, disponiendo del inventario y comprando café a precio de mercado, por ser el responsable de ultima instancia.
Una situación parecida originó hace 100 años la quiebra de los exportadores colombianos, para cumplir los contratos en el exterior con firmas extranjeras que habían anticipado los recursos y pactado el precio, lo que precisamente dio origen a la creación de la Federación Nacional de Cafeteros en 1927 y a la constitución del Fondo Nacional del Café en 1940.