Hace un poco más de 40 años, Mariano Arango publicó “Café e industria 1850-1930”, como un intento por explicar el proceso de industrialización vinculado a la trilla del café y al nacimiento de la industria.
Al final del año 2020, apareció un reportaje de Jimmy Mayer implorando el proteccionismo. Se parece más a la época que describe Arango, -y al modelo de la Cepal- de sustitución de importaciones. El café aportaba las divisas que hacían posible la importación de maquinaria y materias primas para la producción hacia el mercado interno de los bienes de consumo, que adquirían con el ingreso cafetero los campesinos, que para esa época representaban 70% de la población.
Este industrial que por décadas se ha beneficiado del proteccionismo, ahora sin sonrojarse sale lanza en ristre contra los tratados de libre comercio, y en pleno siglo XXI aún considera que la agricultura y la industria son las fuentes de generación de empleo, desconociendo que cuando los países se desarrollan, estos dos sectores dejan de cumplir ese papel, por la mecanización, la automatización, y ahora la robótica; inclusive en Colombia los dos sectores a duras penas ocupan 25% de la fuerza laboral.
Propone Mayer renegociar los acuerdos de comercio, que precisamente brindan oportunidades de ingreso de productos colombianos a países, que representan 1.500 millones de consumidores. Desde luego los que dicen que exportan, pero quieren proteger el mercado interno, buscan es vender caro en Colombia, para poder exportar a precios de competencia internacional, lo que significa que los consumidores de nuestro país subsidien a los exportadores. Inclusive muchos empresarios no exportan porque el mercado interno es mucho mas rentable, por lo tanto, ni crecen ni se vuelven competitivos.
Afirma el inversionista “Sugiero que entremos en un estado de emergencia, renegociemos los TLC y apliquemos un arancel extraordinario de 15% o 20% a las importaciones. Con esto recaudamos recursos importantes y le ayudamos a las empresas que deben competir con los productos importados. Acepto que el riesgo de la idea es que eso encarecerá numerosos artículos, razón por la cual tendrá el estado tendrá que apoyar a los menos favorecidos.”
Durante décadas participé en la junta de la Andi, y nunca escuché una propuesta tan vergonzosa. Proponerle al país que los consumidores procedan a trasladar de sus bolsillos 20% de su ingreso para subsidiar a los empresarios que no compiten, y, además, aspirar a que el estado transfiera recursos a los consumidores para que demanden sus productos.
Recordemos que la clase media en Colombia no es resultado de un aumento exagerado de salarios; por el contrario, es fruto de la competencia, que hizo posible entregar productos a precios internacionales, a consumidores que han podido adquirir más bienes y servicios con su salario y, por lo tanto, lograron un incremento en poder de compra.
A excepción de algunos alimentos que aún son costosos, no podemos dejar de reconocer que, gracias a la apertura, hoy, medido en numero de salarios mínimos, una motocicleta, un celular, una nevera, un televisor, los servicios públicos, el vestuario y el calzado, entre otros, valen en unos casos 10 veces menos y en otros hasta 20 veces menos que hace 25 años.