Con enorme sorpresa, venimos escuchando el absurdo propósito del gerente de Fedecafé, de promover centrales de beneficio para comprar café en cereza. Otro hecho que desconoce completamente la ardua investigación científica de Cenicafé, dejando ver que la denominación que le otorga de ser la Nasa del café, es más una frase para la galería.
Resulta que Cenicafé siempre advirtió sobre las centrales de beneficio como un enorme riesgo para la calidad, por cuanto se revolvería café de diferentes fincas -e inclusive de días distintos- por eso, la afirmación del gerente sobre la homologación de la calidad parece desvirtuada.
Desde luego, no sirve para procesar café especial, que requiere cadena de custodia para garantizar la calidad y la certificación y no permite, por ningún, motivo mezclarlo.
Un problema económico que comporta la propuesta es el transportar cinco veces el peso, desde la finca a la central de beneficio, que es el factor de conversión de cereza a pergamino. Los pequeños productores no podrían pagar esos fletes, por lo alejados y por las escasas cantidades que recolectan diariamente.
Por lo tanto, esta es una solución sólo para cafeteros medianos y grandes, 1% de los productores, y así mejorarles el costo de mano de obra, vigilancia y obligaciones de vertimientos.
Para ilustración del gerente, 95 % de los cafeteros seca el café al sol, y la energía para despulpar es subsidiada por su estrato socioeconómico, por lo tanto, no es razonable pagar beneficio a terceros. Pero ni hablar de lo que significa tirar por la borda 50 años en los que Fedecafé, con apoyo del Estado y entidades multilaterales, lleva apoyando a cada productor para que tenga una buena instalación de beneficio y secado.
La pulpa la utilizan en su propia finca con el fin de mejorar las propiedades físicas del suelo; además, hace años Cenicafé importó la lombriz roja californiana para hacer lombricultura y producir humus, un fertilizante sin igual.
Tampoco pagan los cafeteros tasa retributiva por sus vertimientos, porque Cenicafé desarrolló el filtro verde que es una pequeña excavación en la que se siembra vetiver. Y cuando se le echa el agua con la miel del proceso, cada metro cuadrado se toma 24 litros día.
Hace 35 años aproximadamente Cenicafé desarrolló el equipo de acción mecánica para retirar el mucílago denominado Belcosub, que pasó de utilizar 40 litros a un litro para beneficiar un kilo de café.
Adicionalmente, Cenicafé desarrolló el Ecomil, utilizable en todos los tamaños de finca, con el fin de eliminar el mucílago químicamente por fermentación, en tanques cónicos con medio litro de agua por kilo.
Por lo tanto, es inadmisible que el gremio permita que Germán Bahamón y sus cercanos colaboradores, -con buena intención, pero desconociendo el patrimonio científico y la realidad de la caficultura- traten de inventar lo que ya está experimentado, comprometiendo recursos en ensayos, y aventurándose en empresas en las que ya han fracasado infinidad de veces los particulares, en forma individual y colectiva.
No olvidemos que la razón de ser de la Federación es el interés general de los caficultores, no el de favorecer 1% de los productores, ni el de montar negocios para el gremio.