El señor ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, señaló que quienes hicieron la norma de la contribución cafetera no pensaron en el ciclo cafetero, por lo que ésta se debería reformar; lo acordado, US$ 0,06, es muy gravoso para los bajos precios y se queda corto cuando se presentan los buenos precios. Un fondo de estabilización se financia en la época de bonanzas, para cubrir necesidades en momentos de déficit.
El Ministro está en lo cierto, y así pensaron dirigentes y gobierno desde 1927, cuando se aprobó la figura de la contribución cafetera y luego, en 1942, una vez creado el Fondo Nacional del Café, se diseñó y reglamentó para cumplir la función de estabilización, además de la retención de café, por ejemplo.
La contribución que hoy nos rige fue aprobada en la ley del Plan Nacional de Desarrollo de 2007, y luego declarada en norma permanente en la Ley de Honores 1137 de 2009.
Pero para ilustración, sí se pensó en una contribución variable -que capture los buenos precios y permita ahorrar para las épocas difíciles-. El equipo dirigido por Gabriel Silva diseñó una fórmula que radicó el senador Carlos García para incorporarla en la ley del plan de desarrollo. Consistía en una contribución mínima de US$0,02 y 5 % del precio destinado al Fondo del Café para los bienes públicos, acotado en US$1,20, lo que significaba un ingreso máximo de US$ 0,06, y por encima de ese precio, destinado a una cuenta de estabilización, exclusivamente para mejorar el ingreso de los cafeteros cuando fuera menester.
Si revisamos el comportamiento del precio internacional desde 2007 hasta hoy, siempre ha estado por encima de US$1,20, por lo tanto, serían millones de dólares los recaudados para sostener el precio interno, por encima de los costos de producción.
Lamentablemente, el esfuerzo de Mauricio Lizcano -en aquel entonces presidente de la comisión tercera de la Cámara de Representantes, quien lideró la aprobación del artículo correspondiente en esa corporación- el Senado sesionaba de forma simultánea, en el último día de plazo para aprobar el plan de desarrollo. A altas horas de la noche, cuando ya estaba prácticamente aprobada la ley, el senador Jorge Enrique Robledo solicitó reabrir la discusión y a través de una subcomisión, conformada entre otros por los senadores Adriana Gutiérrez y Ricardo Arias, redactaron el artículo que hoy existe.
En conciliación de la ley, a pesar de los ímpetus de Lizcano, terminó primando el criterio del Senado, máxime que el ministro era Oscar Iván Zuluaga, aliado político de la senadora Gutiérrez, con profundas discrepancias con Lizcano, quien efectivamente terminó ocupando su curul en el senado, llegando hasta la presidencia del congreso.
Posteriormente en 2011, primer plan de desarrollo de Juan Manuel Santos, por solicitud suya y después de escucharnos, tratamos de introducirla, pero Hernando José Gómez, director de Planeación Nacional, no estuvo de acuerdo.
Como la historia no se inicia hoy, espero que esta ilustración sirva para entender que el mecanismo que interpreta el pensamiento del señor Ministro está diseñado, y reitero que, en una institución con 97 años, y cuando cada árbol que se siembra es para 25 años, sólo conociendo el pasado se entiende el presente, para planear el futuro con certeza.