Las cooperativas de caficultores constituyen uno de los activos institucionales más antiguos del gremio, y muy bien valorado por los productores, puesto que a través de esa red de más de 520 establecimientos se ejerce la garantía de compra, el bien público más apreciado por los cultivadores.
Las 33 cooperativas cuentan con más de 80.000 socios que adquieren 38% de la cosecha, lo que significa una vinculación muy estrecha del cafetero, que todas las semanas va a entregar su café .
Hace muchos años crearon entre la mayoría de las cooperativas, Expocafé, una sociedad anónima para exportar, -paralela al Fondo Nacional del Café- con ventas casi iguales a las del Fondo en algunos años, con un manejo eficiente generando muy buenas utilidades. Este mecanismo es una acción colectiva, a través del cual los productores han podido llegar al mercado mundial, contando además con más de 100 exportadores privados. Por lo tanto se puede afirmar que este es el sector agrícola con mejores, abundantes, y eficientes opciones de comercialización.
Pero no contentos con esto, muchas cooperativas se han puesto en la tarea de exportar directamente, entrando a jugar en el mercado de futuros y en el complejo negocio internacional, que requiere destrezas y equipos técnicos especializados, con los que no cuentan todas las cooperativas, desaprovechando así lo que colectivamente hacen la Federación y Expocafé, corriendo riesgos que en algunos casos pueden superan su capacidad de gestión y financiera, y que pueden dar al traste con el patrimonio de todos sus socios, humildes cafeteros que no tienen idea de lo que está sucediendo.
Ya la prensa ha registrado las pérdidas de dinero de cooperativas que realizaron apuestas arriesgadas en las bolsas, y se desviaron de su misión, amparadas en su autonomía; y existen otras que también están expuestas.
Por lo tanto, se deben tomar medidas para no arriesgar ni la plata de los socios, ni los recursos públicos del Fondo Nacional del Café, que se entregan a la cooperativas a través de línea de financiamiento para comprar el café, y que están avalados por su respectivo comité departamental de cafeteros. Una pérdida por lo tanto se lleva por delante el patrimonio de los tres actores.
También es urgente revisar el tema al interior del Comité Nacional, si tenemos en cuenta que el nuevo contrato de administración ordenó un Código de ética y buen gobierno, y obliga a los miembros a respetar la normatividad contenida en el Código Único Disciplinario, que cobija a los empleados y a los miembros del comité de cafeteros que tomen decisiones sobre recursos del Fondo del Café, sin olvidar que para efectos de la ley penal, son servidores públicos.
Así mismo se debe prohibir que quienes aprueban créditos a las cooperativas, avalados por el comité que representan, se puedan beneficiar de servicios, por ejemplo de créditos de las mismas. En Caldas su representante en el Comité Nacional, ha recibido créditos de cooperativas -para las empresas de su familia-, que con facilidad le desembolsan, buscando siempre que, “el beneficiado les ayude en Bogotá” -como afirman-, violando normas establecidas sobre cupos de crédito e incluso en este caso, incurriendo en incumplimiento de pagos, a todas luces inadmisibles. Amerita una investigación y sanción ejemplar, por cuanto se configura un conflicto de interés, un abuso del poder, un privilegio inaceptable, amén de las pérdidas para el gremio.