Con “bombos y platillos” anunció la Federación de Cafeteros medidas anticipadas para proteger el ingreso de los cafeteros, ante la posible afectación en la calidad del grano, ocasionada por el fenómeno de El Niño.
La medida pretende reconocer como excelso un café de menor calidad, así como pasillas y tolerar algunas brocas; también un sobreprecio por café afectado en su calidad por el verano, lo que vulgarmente se denomina averanado.
Al respecto debemos anotar que esta medida implica que, el Fondo Nacional del Café tendrá que incurrir en pérdidas, comprándolo a un valor superior al del mercado, y por lo tanto, se convierte en un subsidio al productor que, en mi concepto, requiere aprobación del Comité Nacional de Cafeteros.
El ímpetu de la nueva administración, no deben olvidar que en una institución que ha liderado el mercado por cerca de 97 años, todo se ha ensayado, y deben aprender de los éxitos y errores del pasado.
Esta medida produce una enorme afectación en el mercado, por cuanto 80% lo manejan compradores privados, que no podrían competir; deben cumplir con las normas de calidad de exportación que la misma FNC les controla en puertos para despachar el café, lo que implica una estricta selección y por lo tanto, castigar los granos malos, mientras la Federación los paga caros.
La nueva realidad es muy diferente, y no permite en un mercado abierto, libre. Además, si se quiere favorecer realmente al productor afectado, debería establecerse una norma estricta de trazabilidad, para recibir y pagar únicamente al productor, y evitar que llenen el Fondo Nacional del Café con todos los granos de baja calidad que existan en el mercado. Vulgarmente los llenan de pasilla.
Como los subsidios en un mercado libre lo alteran y propician inmoralidad, la ayuda debería ser directamente a cada productor, pero por hectárea, consignándolo en su Cédula Cafetera. También es inequitativo con los productores de otras regiones -que vieron disminuida su producción por culpa de La Niña-, y ahora, asombrados, observan como sí se otorgan ayudas, pero a los afectados por El Niño. Seguramente esta será la reflexión de los cafeteros en Valle, Quindío, Risaralda, Caldas y Antioquia, que cosecharon en invierno, hasta diciembre.
Nadie entiende cómo no existen los recursos para renovación, e inclusive para fertilización, pero si están dispuestos a generar enormes detrimentos, adquiriendo café por encima del precio que realmente representa, asumiendo una pérdida en el inventario, -que inclusive se agrava al tener que almacenar ese café-, para luego llevarlo a procesos como el de Buencafé que admiten grano de menor calidad, pero por consiguiente a menor costo.
Estas medidas se tomaron en otros veranos fuertes, como fue en 1992-93 y 1997-98, cuando el Fondo del Café tenía dinero para aguantar ese inventario y asumir las pérdidas que genera un café que no se puede exportar. El precio era fijado por la Fedecafé y no de mercado libre, y si faltaba compensar, se les transfería a los exportadores para garantizarlo.
Eran otras épocas. La nueva realidad es muy diferente, y no permite en un mercado abierto, libre, tomar medidas que excluyan agentes económicos y menos aún, dejar boquetes por los cuales los comerciantes, legítimamente, busquen beneficios, llegando el subsidio a donde no se lo proponía la medida.