El Pacto Verde Europeo se ha convertido en la mayor amenaza para la futura exportación de café de Colombia a los países de la Unión Europea, que el año pasado alcanzó 2,5 millones de sacos.
No nos hemos percatado de la gravedad de la situación y de las implicaciones que puede traer -en caso de no cumplir las normas-, pero también los costos enormes para los productores y para el gremio, si asume la responsabilidad por los federados.
La regulación favorece el ingreso a la Unión Europea de productos “legales” que estén libres de deforestación y que estén amparados por una declaración de debida diligencia . Se aplica para cacao, café, aceite de palma, caucho, soja, madera y carne de bovino.
El gerente de Federación Nacional de Cafeteros ha anunciado el inicio de un programa piloto en el Huila, para estructurar un modelo integral de cumplimiento de la reglamentación, en lo que se refiere a reforestación. Consiste en demostrar que las tierras de donde sale un café no han sido deforestadas después de 2020, montando la foto satelital actual, sobre la que la Unión Europea posee para ese año. Tarea muy compleja y costosa.
Pero, más grave será cumplir con la declaración de debida diligencia, que se logra con la verificación del cumplimiento de las normas nacionales en cuanto a : derechos de uso del suelo, protección del medio ambiente, derecho de terceros, derechos laborales, derechos humanos, derechos de los indígenas, normas fiscales, comerciales, aduaneras y de lucha contra la corrupción.
No me imagino cómo se puede demostrar el cumplimiento de todos estos requerimientos para 500.000 productores cuando el café se mezcla en el comercio, para llenar un contenedor con el concurso de muchos productores. Se haría nugatoria la trazabilidad, a pesar de ser el gremio con el mejor sistema de información sobre los cultivadores.
Además, los datos de los productores se debe entregar como un bien público a disposición de todos los exportadores, y en ningún caso se pueda convertir en una ventaja para la Fedecafé frente a los privados.
De los elementos de la debida diligencia debo destacar, el cumplimiento de las normas laborales y tributarias, que seguramente ninguna autoridad podrá certificar en un mercado informal como el del café.
Los medianos y grandes productores no pueden vender todo el café a su nombre, precisamente por la imposibilidad de deducir los gastos laborales, al contratar trabajadores- recolectores de manera informal, lo que hace imposible obtener la debida diligencia de cumplimiento de las normas laborales y tributarias.
Sólo podrían exportar a Europa el café de los pequeños productores, siempre y cuando, la gestión diplomática logre que los europeos admitan que el trabajo por cuenta propia, no genera relación laboral. Ni pensar en los que legalmente explotan su predio pero sin escritura para demostrar la propiedad.
La norma es larga y llena de detalles, pero es el obstáculo más grande al comercio con todas sus excolonias, que aún padecen las consecuencias de la explotación de que fueron víctimas desde la conquista y que, cuando asoman la cabeza tratando de vivir de exportar los productos básicos enunciados, son atropelladas por el sentimiento de culpa que hoy embarga a los europeos.