Desde su llegada al Ministerio de Hacienda, el doctor Ricardo Bonilla ha venido planteando que no entiende porqué la Federación de Cafeteros compra tan sólo 20% de la cosecha; que Colombia alcanzó 1.200.000 hectáreas que, inexplicablemente descendieron a 850.000, por lo que propone recuperar el área en el antiguo Eje Cafetero. Como el Ministro preside la delegación del gobierno -donde se formula la política cafetera- me parece que un diagnóstico equivocado puede llevar a decisiones que no corresponden a la realidad. Me atrevo a ilustrar el tema para tratar de contribuir a una buena decisión.
La garantía de compra es el activo más valioso y apreciado por los cafeteros; es un bien público por definición, que ha hecho posible que el grano se compre siempre de contado, a través de toda la geografía nacional, en pequeñas cantidades.
La red de compra de las cooperativas cafeteras, avaladas por Fedecafé, la constituyen más de 500 puntos de compra. Los exportadores privados, compiten con más de 2.000 puntos. Así, los campesinos no se tienen que desplazar, porque en su municipio siempre encuentran donde vender el grano.
Pero, lo importante es que la Federación fija el precio base , y el caficultor llega al pueblo a buscar a quien mejor se lo pague. Por lo tanto, si los privados adquieren 80% del café, significa que pagaron por encima de lo que se denomina “el precio Federación”.
La garantía de compra es un mecanismo de mercado eficiente, que beneficia a los campesinos, vía mayor ingreso, y su máxima expresión teórica es cuando el sistema cooperativo no compra un sábado un sólo kilo, lo que significa que todos vendieron al mejor precio.
La Fedecafé fija el precio piso, mientras la bolsa fija el techo al mercado; los compradores privados lo consideran una incomodidad con la que siempre han convivido. Hoy el Fondo del Café no tendría el dinero con qué comprar toda la cosecha, ni cómo venderla.
De otro lado y con relación al área en café, vale recordar que subió de 800.000 a 1.120.000 hectáreas en la bonanza de 1975, cuando se amplió la frontera hacia los pisos térmicos bajos por parte de los grandes propietarios, dada la enorme rentabilidad del café. Pero en los años noventa, la sobreproducción que llevó el precio a cerca de US$0,40, obligó a la Fedecafé a diseñar un programa de incentivos para erradicar 70.000 hectáreas. Además, llegó la broca para afectar principalmente los pisos térmicos bajos, además de la baja calidad que se obtenía.
Las decisiones de erradicar fueron racionales, de los empresarios que obtuvieron menor rentabilidad en esos cultivos en zona marginal baja, por la mayor radiación solar que produce mayor fotosíntesis, donde las malezas se reproducen a gran velocidad, y los árboles exigen mayor ayuda con fertilizante.
Así, después de 70 años de prosperidad cafetera en el eje, norte del Valle, Viejo Caldas, y suroeste cercano, en últimos 25 años, la respuesta del país fue el crecimiento del área cultivada en Huila, Cauca, Nariño y el sur del Tolima, a donde se desplazó el café, ocupándose los campesinos en tierras baratas de fácil adquisición, culminando en un modelo de producción, más sostenible; minifundista, eficiente y socialmente deseable, para la democracia y la paz, que garantiza estabilidad social.