Nada sorprendente, pero sí orquestado parece el ataque que desde varios flancos recibe en este momento la Federación de Cafeteros. Como lo anunciamos hace varios meses, el precio descendería, -como es natural en el mercado del café-cuando los países recuperan la producción y se equilibran la oferta y la demanda. Se preveía además que al gobierno de Petro y al nuevo gerente del gremio, les tocaría afrontar una situación complicada.

Dignidad Cafetera, que considera como su logro el paro cafetero del 2013, que llevó a un PIC -generosamente otorgado por el gobierno de Juan Manuel Santos, por cerca de $1,5 billones-, que motiva a esta entidad, casi unipersonal, a programar un foro en Pereira para el 26 de julio.

De otro lado un grupo de cafeteros, que se dicen líderes, ha iniciado una campaña para solicitar la caducidad del contrato de administración, encontrando audiencia en Jimena Velasco, funcionaria de segundo nivel de la oficina de asesores del Gobierno, según lo difundieron los medios.

Quienes respetamos el origen democrático de las instituciones cafeteras esperamos que quienes discutan el tema sean las autoridades formales, con legitimidad democrática, pero no seis grandes cafeteros que usan a los pequeños, argumentando representarlos.

Pero más grave aun lo que le sucede al gremio con el gobierno. Después de semanas de expectativa sobre la primera reunión y pasados casi tres meses de posesionado el gerente, ésta se fijó -por parte del ministro de hacienda-, para el 19 de julio y, para gran sorpresa de los delegados de quince departamentos, cuando ya estaban en Bogotá, llegó una inusitada carta del Ministro, aplazándola.

La extraña y motivada comunicación, anuncia que está apoyando unas mesas de trabajo, que nadie conoce, enumerando siete temas que han sido siempre competencia de la Federacafé, y comunicándoles que el gobierno a través de las entidades pertinentes, continuará atendiéndolos. Lo que significa que en cumplimiento de lo propuesto por el presidente Petro van a trabajar directamente con los productores.

Además, fijan fecha para una sesión de un fondo de estabilización, que pocos conocen y, dos semanas después, la primera reunión del Comité Nacional, en la que los cafeteros aspiraban a educar al gobierno, pero parece que ya va a ser tarde, porque para esa fecha el ministro espera contar con un balance de ese trabajo.

De esta carta se infiere que el gobierno se está reuniendo con todos los grupos de detractores, en supuestas mesas de trabajo, a espaldas de un gremio, con más de 8.000 miembros directivos, elegidos por más de 200.000 votos.

Más grave que la carta fue la entrevista del Ministro, dejando entrever que, sí estudian la posibilidad de terminar el contrato; que su preocupación son los exportadores privados, pero no deja claro si es para eliminarlos o para entregarles el mercado, mientras no hace una sola mención a los caficultores y sus necesidades, y resuelve que va a estudiar cómo funciona la cadena, ignorando de plano 96 años de funcionamiento, demostrando que no conocen nada sobre el más importante instrumento de política agropecuaria que existe para implementar un modelo de acción colectiva.

Sin duda, uno podría concluir que se juntaron los enemigos, respaldados por el Gobierno.