Desde que se rompió el Acuerdo Internacional del Café en 1989, cada década se ha conformado una comisión para analizar la difícil situación de la caficultura, nueva realidad a la que no logramos adaptarnos después de disfrutar durante 40 años precios artificiales que nos garantizaba el pacto y con el que vivíamos relativamente felices. El negocio era estable y rentable y blindado frente a todas la variables que afectaban el mercado mundial.
En 1993 el presidente César Gaviria creó una comisión de estudio, a cargo del economista Francisco Ortega, conformada por Carlos Caballero, María Mercedes Cuéllar, Juan José Echavarría, Óscar Marulanda, Armando Montenegro, Santiago Perry y Juan Guillermo Serna, que produjeron un informe titulado “El negocio cafetero ante el mercado libre”. En aquel entonces existía una sobreproducción mundial, precio de US$0,50 por libra, la más alta producción de la historia, y la aparición de la broca en Colombia.
En 1992 se alcanzó una producción de 16 millones de sacos, fruto de la reconversión de 250.000 hectáreas entre los años 1988-1990 a variedad Colombia, que iniciaron su producción en el verano más intenso en muchas décadas y que ocasionó el famoso apagón, pero que ayudó a la floración en todos los cafetales. La razón de la masiva siembra fue la respuesta del Fondo Nacional del Café, con una generosa línea de crédito, para erradicar los árboles de variedad Caturra afectados por la roya, que apareció en 1984 y produjo “la crisis del paloteo” de 1987.
Posterior al informe de esa comisión, todo se calmó con los buenos precios de 1994 ocasionado por problemas climáticos en Brasil, y en 1997 en Centroamérica. La fortaleza del Fondo Nacional del Café hacía posible que el productor fuera refractario a lo que sucedía en el mercado mundial, porque el precio interno y la contribución cafetera la fijaba el Comité Nacional de Cafeteros, y el Fondo Nacional del Café contaba con recursos para ajustar el precio cumpliendo la labor de estabilización, que el ahorro histórico le permitía.
Sin embargo, en 1999 el precio se derrumbó y ya los ahorros del Fondo no eran suficientes, llevando al Gobierno de Andrés Pastrana y a su ministro de Hacienda, Juan Manuel Santos, a crear la Ayuda Gubernamental a la Caficultura, AGC. Así mismo, en abril de 2001 se tomó la decisión de conectar el precio interno al internacional y exponer al productor al precio de la bolsa de Nueva York. La crisis era muy fuerte y esta situación llevó a que los contradictores históricos, y los nuevos, resolvieran que se trataba de una crisis institucional y que el problema de precio tenía origen en la inversiones de 30 y 40 años atrás.
En consecuencia, el Gobierno Pastrana creó una comisión conformada por Gabriel Silva, Luis Carlos Villegas, Luis Carlos Valenzuela, Luis Fernando Ramírez y Álvaro Villegas. Como resultado de su estudio, entregó lo que se denominó “el libro verde”, guía de trabajo de la administración de la Federación que ese año inició Gabriel Silva.
Hoy, diez años después, cuando terminó una mini-bonanza y con un precio del doble de los de las crisis de 1992 y 2001, se produjo tal tensión cafetera, que el Presidente Santos propuso la creación de una comisión para estudiar a fondo la viabilidad de la caficultura .
El documento Conpes 3763, “Una estrategia para la competitividad de la caficultura colombiana”, crea una Comisión de Expertos para analizar la actual situación del sector cafetero con la coordinación del economista Juan José Echavarría. Tiene la misión de “realizar un análisis profundo e integral de diferentes aspectos del sector a nivel mundial y nacional, y a partir de ello, diseñar un conjunto de políticas públicas y estrategias que permitan enfrentar los problemas estructurales del sector en el ámbito de la producción, comercialización, innovación, generación de valor agregado, gestión de riesgos, aspectos sociales como la generación de empleo e ingresos y por último, el marco institucional del sector. Lo anterior con el objetivo de contribuir al desarrollo sostenible y competitivo de la caficultura colombiana en el mediano y largo plazo”.