Analistas 29/08/2023

Un contrato amenazado

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero

Me tomé el trabajo de escuchar el discurso del presidente Petro en Pitalito la semana pasada; fue más el escándalo que produjeron las frases publicadas y que se ven menos fuertes, dentro de todo el contexto de su intervención. Parece estar recogiendo las banderas de Jorge Enrique Robledo, quien durante más de 40 años ha sido el contestatario fuerte de la Federación.

No obstante, la reunión del Comité Nacional programada para el mismo día -con la presencia de cuatro miembros del consejo de ministros- demuestra dos cosas: la primera que fue un acto deliberado, con mala intención, reuniendo las bases cafeteras en la tierra del gerente general, sin invitarlo, y la segunda, que la descoordinación del presidente con sus ministros puede llegar hasta esta extraña coincidencia.

Nuevamente el primer mandatario reniega porque el gremio lo engañó. En teoría, solo tiene que ver con descoordinación con sus ministros, pero no con el gremio. Si desde el primer día hubiera determinado y comunicado cuál era el candidato de su preferencia, en esa dirección el voto de los ministros se habría expresado.

La amenaza anunciada, de no renovación del contrato de administración del Fondo Nacional del Café que desde 1940 y cada 10 años vienen firmando los gobiernos con Fedecafe, si es una afirmación que asusta a todo el gremio.

No deja de ser contradictorio que sea Petro, el primer presidente que menosprecie una institución que ha sido el verdadero modelo de acción colectiva, para auto proveer bienes públicos que requiere una comunidad económica específica. Es la aplicación a plenitud del planteamiento por el que Elinor Ostrom obtuvo el premio Nobel, un modelo que han querido replicar otros sectores y países.

Los gobiernos siempre han contado con la Federación de Cafeteros como su aliado para llegar a los campesinos, por ser el más eficiente ejecutor de recursos públicos. Además, ha sido reconocida como la ONG más grande del mundo en el sector agrícola.

El presidente tendrá que reconocer que es la Federación la institución con las elecciones que registran la mayor participación en Colombia, eligiendo 180 miembros departamentales y cerca de 8.000 municipales, por lo tanto, si se considera un demócrata, no puede decir que habla hasta con Uribe, pero no con Bahamón.

En la cita intervención resolvió que revolcando el café se genera empleo; se equivoca. Los grandes cafeteros no tienen quien les trabaje y los pequeños laboran en su propia tierra. En las familias cafeteras, 95 % pequeños, falta bienestar, pero no trabajo.

Se equivocan también -tanto el presidente como el gerente-, cuando proponen la industrialización como solución; este viejo concepto de la integración vertical ha demostrado que no es válido. El café lo mezclan en los países consumidores, -que toman muy poco café de origen- pero, además, a ningún cafetero le pagan un peso más si el grano se exporta verde o se procesa en Colombia.

Los estatutos que logró reformar Gabriel Silva, hace ya 20 años, -en un pulso muy duro con los dirigentes resistidos al cambio- han permitido llevar a la mesa a los departamentos históricamente excluidos de las decisiones y que hoy representan la nueva caficultura. No obstante, se requiere modernizarlos; en el gremio es bueno que se recuerde la frase de Valencia Cossio, título de su libro “O cambiamos o nos cambian”.

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