Analistas 18/10/2025

Bienestar y ambiente

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

Consumimos energía del cuerpo, provista por alimentos, y de las fuentes que permiten el trabajo de instrumentos externos para multiplicar nuestras capacidades corporales. La nutrición proviene del entorno: a diferencia de las plantas, los animales no podemos asimilar energía solar de manera directa.

La principal fuente para los instrumentos externos es la combustión de hidrocarburos, cuyo uso excesivo desemboca en efecto invernadero: impiden la salida de calor de la atmósfera terrestre, aumentan el riesgo de derretimiento de capas de hielo en los polos, con subida del nivel del mar e inundaciones costeras. De otra parte, la dilución de esos gases en los océanos los vuelve ácido, lo que promueve cambios en la población marina, con prelación para las merluzas.

La posibilidad de acumular alimentos y diferenciar tareas afloró hace 10.000 años, y condujo a ordenamientos complejos, con urbes y organización política. En los últimos dos siglos, desde que comenzó la revolución industrial, la población humana se ha multiplicado por diez. Hoy, todavía la mitad está por debajo de la línea de pobreza y tres cuartos del total tienen legítimas expectativas materiales insatisfechas. Se requieren cambios en usos de recursos para evitar presión excesiva sobre el entorno, frágil y nunca en equilibrio estable y, al tiempo, atender las expectativas.

Conciliar objetivos obligará a rediseñar urbes, para atender con eficiencia necesidades crecientes de servicios de salud y educación y facilitar el acceso al trabajo y a oportunidades de recreación. Se deberá ampliar la cobertura educativa a toda la vida productiva para atenuar riesgos de fracturas sociales por la automatización y el envejecimiento. Serán indispensables buenos sistemas de transporte masivo y programación de actividades para evitar uso ineficiente de recursos escasos. Se requerirá persuadir a toda la población de la necesidad de evitar el deterioro excesivo del ambiente.

La tarea que enfrenta la humanidad no está alineada con los propósitos de corto plazo que mueven la política. La epopeya de la especie para tener futuro amable comprenderá profundas transformaciones institucionales en lo público y lo privado, con participación activa de todos en la discusión sobre lo público, a través de canales adecuados.

La integración del globo, facilitada por oportunidades sin precedentes en transporte de bienes y en información, hace más fácil entender que la especie es una sola, con responsabilidades a cargo de todos. Sin embargo, hay divergencias entre la democracia liberal, valorada en Occidente y sus extensiones, y las prácticas en el grueso del resto del mundo, diferencias que deberán atenderse de manera constructiva, con consideraciones éticas y prácticas. En todo caso, extender el bienestar material de manera sostenible implicará restricciones para todos, aún imprecisas pero inexorables, y la dilación en emprender la tarea conllevará aún más restricciones.

Eliminar la pobreza y mitigar riesgos ambientales y sociales es imperativo moral, pero también oportunidad desde la perspectiva económica. Se necesitará crecimiento del ingreso, mejores instituciones y cultivo de la ética, con sentido secular: el mundo hoy es crecientemente urbano y letrado, poco inclinado a dogmas tradicionales.

La brecha entre realidad y posibilidades es enorme. Reducirla requiere consensos sin precedentes ¡Adelante, humanidad!

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Análisis - Consumo de energía - Alimentos