Analistas 27/09/2025

Complacencia latinoamericana

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

Latinoamérica es un conjunto de países con deficiente institucionalidad, la mayoría de visión estrecha, sin foco en las oportunidades que ofrece el mundo hoy. Por supuesto, no todo es miopía: Chile ha tenido estrategia de desarrollo abierta al mundo desde 1986, y creció de manera rápida y sostenida hasta que los precios de los productos no diferenciados cayeron en los mercados internacionales hace una década.

La economía de México ha progresado por cuenta de su integración con la economía americana. Algunos países pequeños han entendido la importancia de la amplitud visual: Costa Rica, Panamá, República Dominicana y, más recientemente, Paraguay. En contraste, Argentina redujo la participación del comercio internacional en su economía, y pasó de país desarrollado a subdesarrollado por cuenta del populismo peronista. Brasil y Perú hoy se orientan más hacia afuera, el primero con agrícolas y petróleo, el segundo con minerales y petróleo. Sin embargo, es evidente la limitada inclinación de la región a construir conocimiento, desarrollar tecnología, e impulsar innovación en la producción y distribución de bienes y servicios.

Con excepción de Chile y Uruguay, los países de Latinoamérica tienen mal desempeño en las pruebas educativas Pisa, auspiciadas por la Ocde. La relación perversa entre gobiernos centrales y sindicatos de maestros, obstáculo para la buena educación básica y media, pone límites al desarrollo social: debe superarse.

Los sistemas políticos de Latinoamérica tienen raíces en el liberalismo de principios del siglo XIX. Todos tienen régimen presidencial, inspirado en el modelo americano de finales del siglo XVIII, referente de las élites hispanoamericanas cuando se alzaron contra la monarquía ibérica. Este sistema promueve la discontinuidad: cada gobierno ejecuta planes fundados en nuevas estrategias. Además, suele desembocar en subordinación del legislador a la administración: el respaldo a las iniciativas del Gobierno puede obtenerse como contraprestación a partidas presupuestales de propósito específico. El peligro es mayor si las reglas sobre partidos y financiación de campañas son inadecuadas, y si la proporción del ingreso nacional que fluye a través de los canales públicos, es significativa.

Latinoamérica es la región más desigual del mundo. Modificar esta condición exige impulsar el crecimiento de su economía, con fundamento en la asignación eficiente de recursos escasos, y acertada gestión, con procesos adecuados. Las posibilidades de aumentar ingreso en forma rápida y sostenida en casi toda la región son bajas, aunque los modestos ingresos por habitante apuntan a poder crecer rápido.

Aprovechar oportunidades y demostrar el valor de la democracia liberal son retos valiosos. Abrir economías, simplificar reglas fiscales y laborales, impulsar el diálogo entre lo privado y lo público, mejorar la educación, evitar subsidios innecesarios e impulsar mejoras de las instituciones públicas, todo al tiempo, es reto complejo, pero inevitable. Si se aborda con acierto, se podrá participar con dignidad en la epopeya de la humanidad para poner fin a la pobreza, mitigar riesgos ambientales, defender los valores de respeto y solidaridad, y enfrentar las consecuencias laborales del envejecimiento y la automatización. Es preciso trascender ideologías para lograr resultados. Todo es evidente. Solo falta actuar.

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