Enderezar a Cuba es tarea de romanos. La supresión de derechos fundamentales, en particular la libre expresión en materia política, so pretexto de facilitar el cumplimientos de las leyes de la historia y la consiguiente victoria del proletariado sobre la burguesía y su régimen, ha resultado en el empobrecimiento total de la sociedad. Reinan la ruina de la infraestructura y la capacidad productiva, y la erosión de la vocación hacia el trabajo como medio para mejorar la calidad de vida.
La isla tiene potencial: su población siempre tuvo mejor educación que el grueso de Latinoamérica, quizás porque era importante para España, de la cual sólo se separó a raíz de la guerra contra EE.UU. a finales del siglo 19. Tuvo la agroindustria azucarera más importante del mundo en la posguerra hasta finales de los años 60 del siglo pasado; hoy la producción total es menos de un cuarto de lo que fue y no se aprovechan bien el bagazo de la caña y la sacarosa como fuentes de energía para proveer electricidad y combustible.
Las instituciones públicas nunca maduraron. El movimiento que derrocó al dictador F. Batista en 1959 no tenía lineamientos claros más allá del ideal de construir un sistema político diferente. F. Castro cortejó sin éxito al presidente de EE.UU., D. Eisenhower, y solo proclamó adhesión al comunismo internacional en 1961. Desde entonces ha imperado un régimen totalitario con partido único y economía organizada de manera inadecuada para mejorar las condiciones de vida de la población.
El plan de acción debe partir de aumentar el ingreso con mejoras sostenidas en la industria azucarera. Este primer paso, es en sí una epopeya, requiere capital, conocimiento y compromiso. Los recursos pueden venir del mercado de Toronto: Canadá tiene importantes inversiones en la isla y entiende bien sus circunstancias. El conocimiento podría tener como fuente a Colombia, cuya industria azucarera es moderna y cuyos técnicos no serían costosos para el proyecto.
El rescate de la industria azucarera permitiría a la élite comunista legitimar su papel en forma parcial, e instaurar instituciones esenciales para economía de mercado con marco normativo adecuado para controlar monopolios y oligopolios, establecer sistemas tarifarios eficientes en servicios públicos, asegurar recursos para salud y educación pública, e instaurar estabilidad fiscal y monetaria. El siguiente paso sería la vinculación de capital privado a toda la economía, con las restricciones necesarias para evitar abusos en las transacciones de cesión de control y en la gestión posterior.
Luego vendría la gran decisión: desvincularse del poder y radicarse en otro país, o mantener el control político con libertad económica, esquema de difícil sostenibilidad. En caso de aceptar el retiro, si se han ejecutado las tareas enunciadas Cuba podría ser caso importante de formación de país para el siglo 21, con cúpula administrativa pluripersonal designada por el legislador, partidos políticos verdaderos y reglas acertadas para financiar campañas políticas, justicia independiente, sistema de control moderno y articulación apropiada entre gobierno central y regiones. Podría ser ejemplo para Latinoamérica. Esta visión parece utópica pero podría materializarse con facilidad, y ofrecer espacio privilegiado para Colombia en el evento detonador: la resurrección de la industria azucarera de Cuba.