El concepto de Estado alude a un conjunto de reglas que vinculan a una población y un territorio. Hay reglas fundacionales, que establecen propósito, restricciones y procedimiento para las demás reglas. Surgió de la conveniencia de monopolizar la fuerza y formalizar la tarea de impartir justicia, para beneficio general. Su tamaño ha aumentado y su papel se ha enriquecido desde la revolución industrial. En épocas recientes se ha convertido en canal importante para servicios solidarios de salud y educación.

Será preciso definir si conviene autonomía ética para segmentos del territorio, en cuyo caso el sistema sería federal, o si es preferible un sistema unitario. También se debe escoger entre régimen parlamentario, vigente en casi todos los países desarrollados, con legislador responsable último de la administración, o presidencial, establecido en casi toda América. EE.UU., primera democracia liberal del mundo, lo escogió en la Convención de Filadelfia (1787), y fue modelo para las élites liberales que impulsaron la independencia en Hispanoamérica desde la invasión napoleónica a la península (1808). Presume separación entre legislador y administración; en la práctica el legislador suele ceder ante contraprestaciones de cargos y contratos por el voto a favor de las iniciativas de la administración.

Se requieren reglas para establecer verdaderos partidos políticos, formar instituciones judiciales independientes de la política, y articular instancias centrales y entidades territoriales. El estado moderno exige procesos y estructura idóneos para participar en la innovación permanente que la realidad requiere. Sin embargo, lo público en general está atrasado en gobierno corporativo si se compara con lo privado, que hace depuración permanente para mejorar desempeño. Su cúpula administrativa es unipersonal en casi todas partes, en contraste con el ámbito privado, donde tiende a ser pluripersonal. La planeación debe ser dinámica y de largo plazo, y trascender ciclos electorales. El control debe ser tarea de la administración en primera instancia, atada al registro de transacciones.

Las cartas fundacionales deben ser sencillas, sin detalles que resten importancia a las definiciones básicas para la convivencia. Deben ser herramientas educativas y motivo de reflexión para la comunidad que vinculan. Necesitan propósito de mejora continua. No es posible el Estado perfecto: la realidad de hoy es dinámica; obliga a revisión permanente.

Debe impulsarse la ampliación del ámbito territorial mediante la integración política, para aumentar el valor del trabajo y ampliar el comercio sin limitaciones fronterizas. El ámbito de lo público no se puede delimitar con rigidez: es más importante construir capacidad de ejecución eficaz y combatir la corrupción mediante procesos acertados. Procede facilitar el desarrollo social y económico de todo el mundo, para mitigar riesgos de conflictos fundados en diferencias y barreras innecesarias. Urge trascender las reglas impuestas por los vencedores de la segunda guerra mundial, y establecer instituciones con capacidad para atender asuntos que conciernen a toda la humanidad: la problemática ambiental, el peligro de guerras de destrucción total, el abuso del conocimiento por el capital privado, y el envejecimiento. Se debe organizar el mundo y sus estados para mejorar la condición de muchos sin perjudicar a nadie.