Analistas 19/08/2023

Izquierda y derecha

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

Está en boga una narrativa según la cual la derecha se compromete con la defensa de las libertades individuales y el respeto a la propiedad privada en la producción y distribución de bienes y servicios, en tanto que la izquierda defiende a los estamentos vulnerables y para ello excluye la propiedad privada en muchos capítulos de la actividad económica.

Esa versión simplista de la política omite dimensiones importantes de la vida pública, alimenta pugnacidad innecesaria y hace difícil encontrar caminos acertados hacia soluciones sostenibles desde las perspectivas social, económica y ambiental.

A mediados del siglo 19 K. Marx sostuvo que eran inevitables la propiedad pública de los medios de producción y el gobierno por el partido del proletariado, como consecuencia de la caída de la tasa de ganancia por la competencia. Su intuición no anticipó las posibilidades de aprovechar la creatividad, con productividad creciente y oportunidades de inversión para financiar la fase improductiva de la vejez, en beneficio del trabajo.

Además del marxismo, que apostó a la propiedad estatal y tuvo el poder en Rusia y sus satélites hasta finales del siglo pasado, el socialismo tuvo otra vertiente en Europa, la social democracia, formulada por E. Bernstein, fundamentada en la solidaridad, aplicada en grados diversos en Europa Occidental; hoy reconoce la necesidad de impulsar el crecimiento de la economía para financiar subsidios, y la conveniencia de evitar tasas impositivas que inhiban la inversión, dado que el capital fluye con gran libertad.

De otra parte, en China ha establecido una modalidad de socialismo con participación importante del sector privado en el capital, control estatal del trabajo y limitación drástica de libertades individuales.
La ideología liberal tiene raíces en Inglaterra a finales del siglo 17.

Acogió la democracia, primero en EE.UU. en 1787 y después en forma gradual en Latinoamérica y Europa Occidental. Se fundamenta en el derecho de los ciudadanos a escoger quién gobierna. Admite la necesidad de reglamentar mercados de competencia muy imperfecta.

Asuntos importantes desbordan la noción simplista de izquierda y derecha: se necesita determinar nivel de autonomía en inversión pública para las regiones; conviene promover la integración internacional con buen diseño institucional para facilitar el comercio, ampliar el ámbito para el trabajo y, en general, mejorar la asignación de recursos escasos; hay que organizar la educación pública de manera que cobije a toda la población durante toda la vida, para prevenir consecuencias indeseadas de cambios tecnológicos en lo laboral; es necesario enfrentar el envejecimiento con respeto y solidaridad, pero también con eficiencia; sobre todo, hay que ejecutar tareas que corresponden a todos los humanos, para que la especie sobreviva y prospere.

Incluyen mitigar riesgos ambientales y evitar el uso de armas de destrucción total.
Toda esta realidad obliga a revisar las reglas para el ordenamiento global establecidas tras la segunda guerra, revisar la ética prevalente y promover la virtud cívica, y establecer espacios para cultivar el sentido crítico, de manera que se eviten fracturas y desorden costoso. Es necesario conjugar imaginación y rigor para aprovechar el conocimiento construido en pro de mejor vida para todos. El futuro será el que ciudades, regiones, países y mundo entero escojan.

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