No hay equilibrio estable en nuestro universo y, por ende, en la Vía Láctea, la galaxia a la cual pertenece el sol, la estrella alrededor de la cual se traslada el planeta tierra, donde habita la especie humana. No se sabe nada de otros universos, pero sí que éste surgió de la explosión fundamental, el Big-Bang, hace cerca de 14 mil millones de años.
Se infiere que una asimetría inexplicable entre materia y antimateria al comienzo permitió el surgimiento del hidrógeno, del cual se derivó el helio mediante reacción de fusión; después se formaron los demás elementos. Nuestro sol apareció hace cerca de 5.000 millones de años, y la tierra poco después.
El clima no es estable: las reacciones de fusión en el sol oscilan. Las fluctuaciones en la entrada de la luz solar al hemisferio norte inducen glaciaciones, la última de las cuales comenzó hace unos 100.000 años, y terminó hace unos 25.000.
Las más de 100 placas tectónicas existentes flotan sobre una masa de magma en movimiento. Ha habido numerosos supercontinentes; hace 300 millones de años surgió Pangea, el más reciente, que se rompió hace poco menos de 200 millones de años. No hay certeza sobre qué pasará más adelante; solo sabemos que habrá novedades.
La vida, fruto de la química del carbono, el oxígeno y el nitrógeno, nació hace cerca de 4.000 millones de años. Los primeros animales ocurrieron hace menos de 1.000 millones de años, y los primeros homínidos solo hace poco más de 2 millones de años. La especie humana actual surgió hace alrededor de 300.000 años, y convivió con el hombre de Neanderthal hasta hace unos 40.000 años. La capacidad para reproducir lo acaecido y hacer prospectiva mediante el lenguaje solo tuvo lugar hace unos 70.000 años. Somos nuevos en el mundo de la vida.
La humanidad deberá estudiar sin desmayo para prolongar su existencia
El modelo estándar de la física comprende tres fuerzas básicas en la naturaleza: la gravedad, por un lado, y la fuerte y la electrodébil, por el otro. No se han podido conciliar, pues la física clásica, que explica la gravedad, no lo hace con precisión sobre lo que ocurre en dimensiones muy pequeñas, en contraste con la física cuántica.
No hay aún explicación definitiva sobre la materia oscura detectada por la astrofísica, y menos aún sobre la energía oscura, que sumaría 70% del total de energía en nuestro universo: solo es hipótesis necesaria para explicar la expansión del universo a tasas crecientes, en contraste con la convergencia que induciría la gravedad si no hubiere fuerzas que alejen las masas más rápidas en cada instante. No hay idea sobre si habrá otros universos.
Las inestabilidades en los asuntos sobre los que versan las ciencias naturales hacen imposible la estabilidad en aquellos sobre los que versan las ciencias sociales. Muchas inferencias estadísticas son de discutible valor. Ello no resta importancia a construir modelos matemáticos para explicar y pronosticar en economía y sociología, pero es preciso entender sus limitaciones, que incluyen las derivadas de rupturas demográficas, culturales y sicológicas.
La humanidad deberá estudiar sin desmayo para prolongar su existencia más allá del ámbito del planeta tierra. Siempre habrá escollos, y serán necesarias modestia para evitar desmesura y curiosidad para hacer preguntas relevantes. La audacia permitirá descubrir nuevos caminos, y el método reducirá la probabilidad de error. Apenas comienza el trayecto. Nuestra suerte está echada.