La organizaciones son los procesos y personas en entidades. Están sujetas a reglas, con mecanismos para verificar cumplimiento y sancionar desviaciones. La relación entre entidad y persona es laboral cuando hay subordinación y dependencia formales; en la práctica toda organización hoy tiene vínculos a través de relaciones no laborales.
Las organizaciones cumplen tareas para lograr objetivos, fruto de ponderar fortalezas y debilidades, oportunidades y riesgos, con el fin de validar propuestas de medios para lograr los objetivos. Las sociedades comerciales tienen el objetivo de maximizar valor, concepto asociado al flujo de caja a perpetuidad que se genera con los recursos técnicos y humanos de que se dispone, de una parte, y mediante la modificación de la combinación de esos recursos. Eso significa que caben integraciones y rupturas, todas con consecuencias humanas que es preciso ponderar.
Los miembros de toda organización conforman equipos para diversas tareas. El diseño de procesos y el adecuado perfil de los miembros del equipo a cargo de cada tarea son decisivos. La organización puede ser más horizontal, con menos niveles, si las personas en cada punto de cada proceso exceden los requerimientos de la tarea que les corresponde.
La evaluación individual y colectiva debe cubrir desempeño, potencial y plan de desarrollo profesional y personal. Las tareas cambian. Las organizaciones deben, en consecuencia, establecer reglas para revisar procesos y estructura. Por ello, las reglas de buen gobierno corporativo incluyen la conformación de comité de nombramientos y remuneración por miembros de junta, con participación de miembros del equipo directivo.
Las sociedades comerciales buscan la acertada construcción y operación de cadenas de valor. Las entidades públicas y civiles procuran objetivos con múltiples criterios, difíciles de precisar y, por ende, sujetos a discusión permanente. Estrategias para lograr objetivos, organización y procesos deben ser motivo de examen permanente,. La revisión no puede ser unidireccional, de arriba hacia abajo: debe haber participación activa de toda la organización para comprometer a todos. El consenso no garantiza acierto: es importante proveer el espacio para la crítica.
Proyectar el flujo de caja esperado con diversas estrategias permite comparar alternativas bajo cada conjunto de premisas. El plan no debe ser rígido: el mundo cambia: afloran nuevas oportunidades, desaparecen otras, y la combinación de riesgos también cambia. Las estimaciones son frágiles, pero apoyan la reflexión.
Se avizoran grandes transformaciones por la tecnología, que amenazarán la estabilidad laboral de muchas personas. La creciente capacidad para procesar información aumentará la productividad pero también será fuente de incertidumbre, cuya atención exigirá educación continua universal durante toda la vida productiva, incluso en frentes vocacionales diferentes de labores actuales. Las entidades deberán apoyar el desarrollo permanente de sus trabajadores: ellos entregan su tiempo, que no tiene reversa.
La gestión contemporánea exige visión, respeto y solidaridad para evitar conflictos sociales por transformaciones laborales, que incluyen en la práctica a muchas personas vinculadas mediante mecanismos no contractuales. El reto de administrar incluye pensar en todos los involucrados y en la especie humana como agregado.