Analistas

Peligros del régimen presidencial

Gustavo Moreno Montalvo

El régimen presidencial se puso en práctica por primera vez en 1787, cuando George Washington no aceptó el título de monarca. Los cimientos conceptuales se encontraban en El Espíritu de las Leyes (1750), de Montesquieu, pensador francés de la ilustración, quien proponía la separación entre el poder legislativo, a cargo de hacer reglas para la gestión de lo público, y el ejecutivo, a cargo de la administración. El esquema tuvo acogida en Latinoamérica, donde el espíritu de independencia impregnó a las élites letradas, a raíz de la invasión napoleónica a la península ibérica.

La mayoría de la población del mundo en ese entonces era analfabeta y rural. Así se mantuvo hasta mediados del siglo 20. Con el tiempo se acogieron los principios de respeto y solidaridad; como consecuencia de este último, la participación del Estado en la economía creció en casi todas partes, con cobertura universal en educación básica y media, y en servicios de salud.

El régimen presidencial concentra autoridad y responsabilidad en una sola persona. La administración en la práctica la compra de votos en el legislador, y así lo subordina; así las cosas, no hay tal independencia y más bien se alimenta la corrupción.

El régimen, además, impulsa la discontinuidad: cada presidente busca reconocimiento por lo ejecutado que sea diferente de lo precedente: alimenta la aspiración de reconocimiento.

Finalmente, facilita el enriquecimiento del gobernante, a expensas del interés general, si no hay sistemas de control adecuados.

El único país desarrollado con régimen presidencial claro es EE.UU. Casi todos los demás tienen régimen parlamentario, en el cual el legislador asume responsabilidad última por la administración: el partido o la coalición de gobierno escoge la cabeza de la administración, según los resultados de elecciones. Así ocurre en Alemania, Gran Bretaña, Italia, Canadá, Australia, España y Escandinavia. En Suiza el régimen parlamentario se conjuga con democracia participativa, de creciente ineficacia por la complejidad de los asuntos, autonomía cantonal y estructura atípica. La cúpula administrativa corresponde a junta de siete personas, una de las cuales es vocero del órgano, y los miembros se rotan responsabilidades. Este esquema es consistente con las experiencias del capital privado internacional sobre gobierno corporativo a través de más de cuatro siglos.

En Francia hay régimen mixto; es compleja la cohabitación cuando el partido del presidente es minoritario. Es de especial relieve la responsabilidad del presidente en Taiwán para lo relacionado con la República Popular China, y en Corea del Sur con Corea del Norte, países con regímenes totalitarios.

Es importante establecer reglas acertadas para los partidos. En Alemania se requiere obtener al menos 5% de los votos en elecciones parlamentarias para participar en el legislador.

La constitución impuesta por los americanos en Japón es parlamentaria; el papel del emperador es simbólico, como el de los reyes en algunos países europeos.

No hay régimen político perfecto, pero hay unos mejores que otros, y el mundo cambia. El tamaño del estado hoy obliga a revisar las cosas. La Asamblea Constituyente de Colombia en 1991 no revisó la conveniencia del régimen presidencial, y definió procesos inadecuados para legislar y juzgar. Nunca es tarde para reconocer errores, y no hacerlo puede ser fatal.

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