Analistas 06/04/2024

Reglas de vida

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

Desde que nuestra especie pudo reproducir pasado y hacer prospectiva ha habido tendencia a formalizar reglas como mecanismo para mitigar riesgos y facilitar el aprovechamiento de oportunidades. Los grupos de cazadores y recolectores del paleolítico tenían circunstancias calificables como precarias desde la perspectiva de hoy. La acumulación de alimentos y la necesidad de evitar intromisiones indeseables fueron fuentes de reglas complejas en el neolítico. El asunto se evidenció en los imperios de la antigüedad. Con el tiempo surgieron organizaciones paralelas a los sistemas políticos, como las religiones dogmáticas con reglas específicas y, con ellas, los monacatos de diversos credos. Cabe destacar el impacto en Occidente de Benito de Nursia (497-547), abad de Montecasino, cuya regla promovía la convergencia de la experiencia espiritual y la actividad material.

La conquista europea entre el siglo 16 y el 20 integró al mundo con reglas centradas en Europa; pese a sus contradicciones, produjo la democracia liberal como modelo político. El proceso comenzó con la reforma religiosa del siglo 16, se reflejó en la revolución gloriosa de Gran Bretaña en 1689, y culminó con los escritos de la ilustración en Francia y en Escocia, en el siglo 18 y la independencia americana. La revolución industrial desencadenada hace un cuarto de milenio permitió, pese a los pronósticos de K. Marx, el florecimiento de clases medias pujantes, con aumento del ingreso por la creciente productividad. El abaratamiento del transporte permitió la globalización del trabajo. Sin embargo, la anhelada armonía en el desarrollo social y económico no se materializó.

Hoy se enfrentan nuevas circunstancias: la premisa de soberanía que fundamenta las naciones y sus reglas está limitada por la interdependencia, de una parte, y por las diferencias entre países por cuenta de la ciencia y la tecnología, de la otra; la tecnología amenaza con producir nuevas brechas sociales y estancamiento de la clase media; la discriminación por género hoy no es tolerable; las fronteras se borran como consecuencia de la migración internacional; las iniciativas políticas escapan al control de las élites intelectuales por cuenta de las nuevas herramientas de comunicación.

En esta hora compleja, con problemas ambientales derivados de la sobrepoblación y el abuso de los fósiles, y con oportunidades sin precedentes por cuenta del conocimiento, es preciso enfrentar la obsolescencia de las instituciones públicas de los países y la ausencia de agentes de coerción global en lo pertinente. Lo público no debe entregar servicios solidarios - seguridad y justicia, salud y educación - sin establecer límites, pero tampoco debe inhibir la innovación alimentada por el ánimo de lucro.

El equilibrio necesario no es fácil de lograr porque la realidad es dinámica. Así, hoy no hay método eficaz para el control de los riesgos de la inteligencia artificial, herramienta que permite producir iniciativas comunicativas a partir de todo lo precedente.

Cada etapa tecnológica conllevará nuevas necesidades de reglas vitales a cargo de lo público para mitigar riesgos. La exigencia en materia educativa será motivo de rupturas sociales. Es paradójico que otrora el papel del docente en la sociedad era central, y el futuro llevará de nuevo a esa condición, tras la fase burocrática actual, innecesaria, costosa y destructiva. Hay mucho por hacer.

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