La tecnología está en evolución permanente. No es fácil anticipar el curso de los cambios. Sin embargo, una cosa está clara: hacia el futuro habrá límites al crecimiento si no mejora la calidad de la educación en todo el planeta, y se amplía la cobertura a la totalidad de la población en fase productiva de la vida, porque la dinámica de las herramientas tecnológicas lo requiere.
La tecnología puede incluso deteriorar la distribución del ingreso: quien es competente hoy en cualquier actividad perderá valor laboral si su tarea se automatiza mañana, a menos que se prepare de manera paralela en otros frentes, para desplegar nuevas destrezas. Sin esa preparación, su capacidad para consumir se reducirá, por menores ingresos, con algún efecto negativo para la economía en general. Las diferencias son inevitables pero es importante mitigar esos riesgos, cuyo desenlace puede ser fracturas sociales, migraciones importantes, con impulso a comunidades marginales en países anfitriones, o la conjunción de unas y otras.
Además las herramientas pueden cerrar el espacio a tareas convenientes para el desarrollo integral del potencial humano. Así, ciertos esfuerzos, como la lectura de libros y documentos extensos, se tienden a abandonar si no hay incentivos para cultivarlos.
Los aportes potenciales de la tecnología se materializan con más facilidad si se organizan cadenas de valor con interés en participar en la economía internacional con apoyo en saltos en productividad resultantes de aprovechar competencias y ventajas de manera armónica. De allí la importancia de organizar la geografía política por regiones, establecer diálogo entre actores del sector público y privado alrededor de oportunidades e inversión requerida, con identificación específica de tecnología relevante y plan de acción para volver realidad lo posible de la mejor manera.
De allí se derivarán exigencias de educación básica, media y continua, con implicaciones institucionales de gran envergadura: los esquemas existentes no riman con las necesidades del mundo, los países y sus habitantes. Gobiernos centrales y sindicatos de maestros tendrán que ceder espacio a padres, educandos de todas las edades, administración pública regional y líderes del sector privado como actores centrales del proceso educativo y de las relaciones interpersonales asociadas a él.
Los riesgos de la evolución tecnológica sin control pueden ser devastadores. Cabe, incluso, la posibilidad de sistemas autómatas capaces de gobernarse, mantenerse, depurarse y eventualmente controlar a los humanos que los crearon. Este es uno de los argumentos importantes para pensar con seriedad en el Estado, su propósito, sus estrategias, procesos y organización, de manera que, como consecuencia, pueda haber bienestar general y al tiempo prevención efectiva de conductas indeseables o irresponsables.
La evolución de las herramientas debe ir en forma articulada con la creación de conciencia en todos los humanos. Para ello es necesario pero no suficiente derrotar la pobreza: ese es solo un estadio en la búsqueda de sentido para la vida, con conciencia de nuestra irrelevancia frente a la dimensión del ámbito que nos alberga. Al fin y al cabo, no sabemos por qué este universo se expande y su masa no tiende a un punto único de convergencia; la ciencia y la tecnología solo nos han permitido entender que no sabemos nada, pero ese es un gran regalo.