Muchas mujeres se han destacado en el fascinante universo de la música a lo largo de la historia. Centenares de compositoras, concertistas y directoras de orquesta han dado realce y brillo al arte de la armonía, dejando espléndidas muestras de su talento a lo largo del último milenio. Desde el siglo XII, cuando la abadesa benedictina Hildegard von Bingen incursionó en la composición de cantos sacros (algunos de los cuales se conservan) hasta hoy con figuras como la escocesa Judith Weir, la influencia femenina en la música ha sido invaluable.
A la extensa lista de compositoras en la que brillan nombres como los de las hermanas Guillermina y Ana Amalia de Prusia, Clara Schumann y la venezolana Teresa Carreño, se suman los de pianistas de la talla de Martha Argerich, Gabriela Montero y Yuja Wang y los de directoras de orquesta como Ariane Matiakh, Alondra de la Parra, Barbara Hannigan junto con las colombianas Lina González-Granados, Cecilia Espinosa Arango y Susana Gómez Castaño, ahora conocida como Susana Boreal.
Con apenas 26 años, el nombre de Susana adquirió relevancia por cuenta del concierto de protesta llevado a cabo en el Parque de Los Deseos de Medellín, en el que el 5 de mayo de 2021 dirigió a 400 músicos con tal éxito que tres meses más tarde, la promisoria carrera musical de la directora paisa dio un giro hacia el activismo político. A pesar de la oposición de sus colegas, Boreal decidió aceptar la candidatura del Pacto Histórico a la Cámara de Representantes por el departamento de Antioquia.
Aunque la paquidérmica actuación de la Registraduría aún no permite saber a ciencia cierta la composición del nuevo parlamento, parece ser un hecho que Susana Boreal obtuvo un cupo en esta corporación, donde compartirá escenario con un significativo número de personajes que, como ella, carecen de las cualificaciones mínimas para asumir la responsabilidad legislativa del país. El caso de Susana es vergonzoso pues de once preguntas elementales que le formuló la abogada Ana Bejarano Ricaurte −y que cualquier colombiano con derecho al sufragio debería saber− falló en ocho, es decir que su desempeño apenas roza 27%, a todas luces insuficiente para garantizar un desempeño aceptable. Tan insólito como un mecenas que apadrine a un artista sin talento, resulta el apoyo de los votantes a una candidata que desconoce cuántos departamentos tiene Colombia.
Una transición de carrera tan drástica requiere no solo de osadía o impulso emocional; exige buenas dosis de preparación, estudio, dedicación y esfuerzo que la Representante electa no parece haber barruntado. Una persona que desconoce cómo se reforma la Constitución, que ignora el significado de una moción de censura y que yerra al contestar cuántos integrantes tiene el Congreso de la República no puede apoderar decorosamente a sus electores y por lo tanto ratifica que el cambio de su batuta por una curul parece haber sido un apasionado desacierto.
En últimas, Colombia perdió a una destacada directora de orquesta que al sacrificar su profesión (quizás su vocación también) confirma que Boreal, su nuevo apellido, es una contradicción: Susana perdió el norte en un momento en que Colombia necesita muchos músicos virtuosos y ningún congresista impreparado. Es una pena que haya sucumbido a esos cantos de sirena de la política, que nunca se estudian en el conservatorio.