La señal de alarma sobre el desempleo juvenil, enviada en días pasados por organizaciones como la OIT y la ONU, pone los reflectores sobre un problema que no es nuevo y que ha crecido a la sombra de otros. Según el Dane, en el trimestre móvil de mayo a junio, 17,5% de los jóvenes colombianos en edad productiva estaban desempleados. A esto se suma que, de acuerdo con el Ministerio del Trabajo, 60% de los colombianos trabaja en la informalidad, sin prestaciones sociales, cobertura de salud y con pocas posibilidades de progresar en sus proyectos de vida.
La experiencia nos ha enseñado que cuando un joven inicia su etapa de generación de ingresos en la informalidad, difícilmente busca más adelante empleos formales; pues en la informalidad se habitúa a ganar lo del diario y a esa edad pocos están pensando en pensionarse, en la posibilidad de enfermarse o en planear su futuro financiero.
De hecho, 24% de los jóvenes en Colombia entre los 18 y 24 años son ‘NiNis’, es decir, que no estudian ni trabajan, porque están atrapados en un círculo vicioso: necesitan trabajar para poder continuar sus estudios, pero nadie les da trabajo porque no tienen experiencia.
Con todo lo anterior tengo una estrecha relación porque hace 24 años tuve esa disyuntiva. Quería trabajar pero apenas estaba terminando el colegio, no tenía experiencia, solo las ganas de ganar algo de dinero para cumplir un sueño. Por entonces, no tenía clara la diferencia entre un trabajo formal y uno que no lo era.
Parece cuestión de suerte que esa primera oportunidad me la dieran en McDonald’s, porque no solo pude cumplir el sueño de ese momento, sino que en el camino descubrí mi vocación. Mi historia es como la de otros 3.600 jóvenes colombianos que encuentran en McDonald’s las puertas abiertas para alcanzar su metas, tener una primera experiencia laboral formal y acceder a entrenamiento de clase mundial que fortalezca su perfil para lo que quieran emprender en el futuro. Hoy, algunos de mis compañeros de restaurante con quienes llevo trabajando por dos décadas, también ocupan posiciones de liderazgo en Arcos Dorados. Otros, han desarrollado sus carreras en diferentes empresas donde hacen buen uso de lo que aprendimos en nuestros días en la cocina.
En América Latina y el Caribe, Arcos Dorados contrata 140 personas al día, es decir, 4.500 jóvenes al mes dejan de ser ‘NiNis’ y rompen ese círculo vicioso que, de otra manera, los condenaría a la informalidad. Por eso ahora, una de mis prioridades en Arcos Dorados es multiplicar las oportunidades para que más jóvenes, como fue mi caso, puedan iniciar su vida laboral en la formalidad sin experiencia previa como requisito, para que tengan también la oportunidad de terminar sus estudios y de avanzar en aquello que les apasione hacer en la vida, cualquiera que sea su elección de carrera.
McDonald’s ha sido por 24 años una plataforma para miles de jóvenes colombianos en busca de esa primera oportunidad que les permita despegar, pero el problema del desempleo juvenil nos excede por mucho. Es necesaria una mejor articulación y un diálogo más fluido entre todos los actores para encontrar modelos que nos permitan ofrecerles a los jóvenes esa oportunidad que nos están pidiendo y que tanto necesitan.