¿Confiar en bitcoin?
El 31 de octubre de 2008, un personaje enigmático y desconocido aún a hoy, Satoshi Nakamoto envió un e-mail donde declaraba: “He estado trabajando en un nuevo sistema de efectivo electrónico que es completamente de par a par, sin requerir de una tercera parte como validador de confianza.” Con este mensaje, Nakamoto introdujo bitcoin al mundo. 16 años después, el valor de bitcoin oscila alrededor de los cien mil dólares por unidad, y se debate su posible inclusión como parte de las reservas estratégicas de EE.UU.
Las opiniones sobre bitcoin varían desde considerarlo un esquema Ponzi o incluso la mayor estafa moderna, hasta calificarlo como la revolución financiera más significativa de la historia reciente.
Bitcoin es una moneda digital con varias características que resaltan su singularidad: (i) Oferta limitada a 21 millones de bitcoins. A la fecha, se han emitido cerca de 19,5 millones y se estima que para 2035, 99% ya habrá sido minado; (ii) Protegido mediante criptografía y cadenas de bloques (blockchain):
Cada transacción se verifica, asegurando que los bitcoins estén disponibles en la cuenta del usuario y que la firma privada sea válida. Mediante criptografía se realiza la “prueba de trabajo”, algo así como “sellar” la transacción, y se agrega un conjunto de transacciones al blockchain, lo que sería equivalente a llevar los registros sellados a un libro mayor. Una vez que un registro se añade al blockchain, no puede ser alterado sin modificar todos los registros subsiguientes. Los “mineros” verifican las transacciones y son incentivados con bitcoins y comisiones por transacción; (iii) Descentralización: Bitcoin permite realizar transacciones directamente entre usuarios sin la intervención de una autoridad central, operando a través de una red global de computadoras que es mantenida por una diversidad de participantes: desde individuos motivados por el ideal de la descentralización, hasta aquellos que desarrollan y ofrecen servicios basados en bitcoin; y, (iv) Reserva de valor: la oferta limitada, la ubicuidad global, el anonimato transaccional, el ser no confiscable, y la independencia a la manipulación por gobiernos o bancos, gracias a su infraestructura descentralizada y no atada a ninguna jurisdicción específica, hace que “bitcoin no puede ser prohibido”, tal como lo mencionó la semana anterior el presidente Ruso Vladimir Putin, lo que resalta su valor para la protección del valor ante turbulencias políticas y “corralitos”, pero a su vez origina preocupaciones sobre su uso para la evasión fiscal y actividades ilícitas.
En contraste con las monedas fiduciarias, cuyo valor depende en gran medida de la confianza económica y política hacia el país emisor, el valor de bitcoin reside en la confianza en que su ecosistema de propiedad colectiva, compuesto por usuarios, mineros y nodos, respaldará a corto y largo plazo el intercambio de bienes y servicios por bitcoins. Recientes medidas como la incorporación del bitcoin a fondos cotizados en bolsa, y las expectativas de su adquisición como reserva estratégica por parte de gobiernos han aumentado su valor, pero cualquier pánico generalizado de sus tenedores también podrá revertir su valor.
¿Burbuja o revolución financiera?, gran parte de la respuesta se encuentra en las próximas medidas del gobierno Trump acerca de las criptomonedas.