El internet de las cosas y la economía de los resultados
El término Internet de las cosas, cuyo acrónimo es “IoT” por las siglas en inglés de “Internet of Things”, fue acuñado en 1998 por Kevin Ashton, un ejecutivo londinense que laboraba para Procter & Gamble, quien estaba buscando un término llamativo para captar la atención de los ejecutivos de la organización alrededor de un proyecto para la identificación y el monitoreo remoto de productos en los puntos de venta.
Hacia 2011 la tecnología ya había evolucionado lo suficiente, y en ese año la consultora Gartner la clasifica como una de las tecnologías emergentes a considerar, y comienza un crecimiento importante en el uso de dispositivos conectados al internet, desde cámaras de vigilancia, juguetes, semáforos y robots, hasta autos autónomos. De acuerdo con el proveedor de hardware Cisco, se estima que para 2021 se alcance la cifra de 31 billones de dispositivos conectados, y para 2025 se proyecta llegar a 75 billones.
En términos simples el IoT permite la interconexión de objetos con el internet para el envío de datos, que se analizan y convierten en información, y que llega incluso a permitir el control y el comando de los objetos en forma remota. Estas soluciones de IoT involucran cinco capas tecnológicas: el dispositivo en sí mismo, el software para manejar el dispositivo, las comunicaciones entre el dispositivo y la nube de computación, la nube de computación y, finalmente, el dispositivo de cómputo para acceder a las aplicaciones.
Una de las experiencias mas renombradas alrededor del IoT se denomina Pay per Laugh (Pago por Sonrisa), mediante la cual, en 2014, el club Teatreneu en Barcelona no cobraba tiquete de entrada, y mediante un dispositivo de reconocimiento facial al frente de cada silla, contabilizaba las sonrisas de cada espectador y al finalizar el evento se cobraba al espectador treinta centavos de euro por cada sonrisa que el espectáculo le generó.
Tal como en el caso del Pago por Sonrisa, más allá de entregar datos en tiempo real, lo que trae el IoT es una transformación alrededor de los modelos de negocio. Muchas empresas pasarán de la venta de productos físicos o servicios a la economía de los resultados: desde planes por suscripción para el mejoramiento de la salud mediante relojes inteligentes que monitorean los signos vitales y los hábitos de los usuarios; pasando por programas que reducen las lesiones incapacitantes de espalda de los operarios en fábricas y centros logísticos, mediante el uso de dispositivos que retroalimentan al operario acerca de los movimientos lumbares incorrectos; hasta seguros de auto acordes con el nivel de riesgo del usuario y basados en un dispositivo en el auto que monitorea los hábitos de conducción y trayectos recorridos.
Probablemente el IoT es la principal tecnología detrás de la transformación digital por su capacidad de generar datos para crear mayor conocimiento, y puede aplicarse tanto para los procesos productivos de las organizaciones, como para una mayor comprensión de las experiencias del usuario con los productos y servicios que ofrecemos. Para desarrollar una hoja de ruta las organizaciones se deben preguntar: ¿Cómo cambiará la estructura de costos de mi industria con la adopción del IoT?
¿Cómo y cuáles productos y servicios migrar a una “economía de resultados”?
¿Qué tan atractivo es el mercado que se abre para la fabricación de productos inteligentes?
¿Cómo lograr que sea una tecnología que esté al alcance de todos los niveles socioeconómicos?
El Internet de las cosas ofrece oportunidades inimaginables y aún estamos a tiempo de apropiarnos de esta tecnología para mejorar el bienestar de las personas y la productividad de los negocios.