¿Fragmentar a Google?
El 23 de noviembre, el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ) presentó ante un juez una serie de siete medidas correctivas destinadas a desmantelar el dominio de Google en los mercados de búsqueda en internet y publicidad en motores de búsqueda. Entre las propuestas más destacadas figura la obligación para Google de desinvertir en Chrome, su navegador web, que actualmente lidera el mercado con más de 67% de cuota. Adicionalmente, se solicita que Google comparta su índice de búsqueda y datos publicitarios con competidores durante diez años, y que se le prohíba establecer acuerdos que lo posicionen como el motor de búsqueda predeterminado en dispositivos de hardware y software. De ser aceptada esta propuesta, el impacto sobre Google seria significativo, pues el negocio publicitario representa 75% de sus ingresos y prácticamente la totalidad de sus ganancias.
El modelo de negocio de publicidad en línea de Google se basa en la habilidad de dirigir anuncios a los usuarios mediante algoritmos que cruzan el comportamiento histórico del usuario y sus necesidades de búsqueda, con las ofertas de los anunciantes. Controlando tanto Chrome, el navegador principal en internet, y Android, el sistema operativo dominante en los dispositivos móviles, Google asegura una ventaja significativa para la promoción de su buscador y, por ende, para el despliegue de anuncios. Plataformas adicionales como YouTube y Google Maps complementan este modelo al intervenir en otros momentos del consumo digital fuera de las búsquedas por internet.
El precedente más similar a este caso es la demanda antimonopolio contra Microsoft en 2001 por la integración de Internet Explorer con Windows para excluir competidores en el mercado de navegadores web, en ese entonces, la decisión inicial del juez fue la obligación de separar el negocio de sistemas operativos (Windows) y el de software (Office) en dos empresas independientes, sin embargo, tras la apelación de Microsoft, se permitió que la empresa se mantuviera como una sola entidad, pero con algunas obligaciones, siendo las más relevantes: la prohibición de realizar acuerdos que restringieran a los fabricantes de PC de instalar software de terceros, y prácticas como el empaquetado forzoso de sus productos para desalentar la competencia, y se impuso a Microsoft la obligación de compartir sus interfaces de programación de aplicaciones (API) para permitir que aplicaciones de terceros pudieran funcionar en Windows. Como resultado de este fallo, los mercados de navegadores web y software se dinamizaron, ejemplo de ello son el surgimiento de Chrome, y la integración en Windows de software como iTunes de Apple y aplicaciones de mensajería instantánea.
Mientras que en su momento Microsoft tuvo que abrir sus APIs para fomentar la competencia en software compatible con Windows, lo más probable es que Google se mantenga como una única empresa, pero que sea obligada a permitir la interoperabilidad con otros servicios de publicidad en línea, y compartir la forma en que organiza y accede a vastas cantidades de datos en la web para permitir una competencia real en el campo de la búsqueda en línea y en el negocio de la publicidad en línea.