Hablando del futuro del trabajo
Recientemente, Dario Amodei, CEO de Anthropic, creador de Claude una de las más potentes inteligencias artificiales del momento, expresó en una entrevista al medio digital Axios: “La IA podría eliminar la mitad de todos los empleos de cuello blanco de nivel inicial y aumentar el desempleo a 10%-20% en los próximos uno a cinco años”, y añadió que un escenario futuro podría ser que “El cáncer se cura, la economía crece un 10% anual, el presupuesto está equilibrado y 20% de la gente no tiene trabajo”.
Por otro lado, Jensen Huang, CEO de Nvidia, el mayor fabricante global de microprocesadores para inteligencia artificial (IA), expresó su desacuerdo con Amodei, y recordando una reciente intervención suya indicaba “Todos los empleos se verán afectados. Algunos se perderán, otros se crearán, pero todos se verán afectados. Y es incuestionable: no perderán su trabajo por una IA, pero sí por alguien que la use”. Huang anticipa el surgimiento de una nueva industria centrada en la infraestructura y el uso aplicado de la IA, de forma similar a como, en su momento, surgieron nuevas industrias y ocupaciones con la llegada de la electricidad o de internet.
Además, subrayó uno de los impactos más transformadores de la IA: su capacidad para cerrar la brecha de conocimiento especializado. Según Huang, mientras solo alrededor de 30 millones de personas en el mundo saben programar computadoras, la IA abre la posibilidad de que cualquier persona pueda hacerlo, sin necesidad de formación técnica previa.
Esta divergencia de enfoques entre Amodei y Huang refleja la incertidumbre sobre el futuro del trabajo, mientras la visión de Amodei es más pesimista y pone énfasis en los riesgos de desplazamiento laboral, Huang visualiza una perspectiva de transformación y adaptación.
A lo largo de la historia, el trabajo ha evolucionado al ritmo la tecnología. En el mundo agrario, predominaba un trabajo ligado a los ciclos de las cosechas, orientado a la subsistencia e integrado con la vida comunitaria. Con la llegada de la era industrial, el trabajo se transformó en una actividad especializada, repetitiva y jerarquizada, marcada por la jornada fija y la producción en masa. Ya en la era del internet y de la economía basada en los servicios, el valor del trabajo pasó a depender de la capacidad de procesar información, resolver problemas, y entregar experiencias basadas en saberes técnicos y habilidades interpersonales. En esta etapa, la inteligencia emocional, la formación continua y la adaptación al cliente se volvieron competencias esenciales.
De cara al futuro, en la era de la IA, el verdadero valor del trabajo humano estará en la capacidad de interactuar con sistemas inteligentes para acceder, filtrar y aplicar conocimiento ilimitado. La IA ofrece información sin precedentes, pero requerirá de personas capaces de formular las preguntas correctas, interpretar respuestas con criterio y traducir datos en decisiones con impacto para potenciar lo que la IA por sí sola no puede hacer.
Es difícil anticipar si la IA desencadenará un desempleo generalizado -lo que, sin duda, sería catastrófico-. Lo que sí resulta evidente es que su impacto en el mundo laboral se sentirá en un periodo muy corto, y debemos prepararnos para potenciar nuestro trabajo con el uso de la IA.