La política de reindustrialización
El pasado 21 de diciembre se aprobó por parte del gobierno colombiano la Política de Reindustrialización (Conpes 4129), la cual pretende facilitar la transición de una economía altamente dependiente de la extracción de minerales hacia una economía basada en el conocimiento y diversificada hacia una matriz de productos de mayor valor agregado y alto nivel de sofisticación.
La política establece como objetivos específicos: (i) Fortalecimiento del talento humano y la infraestructura: Mejora de capacidades, tecnología, acceso a financiamiento y de la infraestructura tanto física como digital; (ii) Diversificación y sofisticación de la matriz productiva: Reducción de la dependencia del sector minero-energético, fortalecimiento de la industria y adopción de estándares de calidad; (iii) Consolidación de encadenamientos productivos: Fomento de la cooperación intersectorial y regional e inserción en cadenas de valor globales; (iv) Integración internacional: Profundización de relaciones comerciales con regiones clave en América y Asia, y atracción de inversión extranjera; y, (v) Mejoras en el marco de incentivos para incrementar el valor agregado y así la productividad, competitividad e innovación.
Basándose en el efecto multiplicador en la creación de empleo y valor, la política prioriza “apuestas productivas” en los siguientes sectores: aparatos y equipos eléctricos, vehículos automotores y sus partes (énfasis en vehículos de bajas emisiones), elaboración de alimentos y bebidas, fabricación de productos textiles, industrialización de la producción agropecuaria, productos farmacéuticos (con énfasis en vacunas), e industrias naval, aeroespacial, militar y tecnológica para la defensa. Además, se mencionan, aunque no como “apuestas”, proyectos en energía renovable y producción de fertilizantes.
La política define 16 líneas de acción que agrupan múltiples iniciativas de las cuales resalto tres que considero son clave para impulsar el desarrollo de la industria, las dos primeras enfocadas a el desarrollo de los mercados, y la última en la preparación de talento: (i) Un plan de atracción de inversión extranjera directa en el marco de la reindustrialización y las oportunidades del nearshoring; (ii) Estrategias para mejorar la capacidad de las Mipyme de integrarse en cadenas de valor tanto de empresas ancla como encadenamientos regionales y globales; y, (iii) Formación especializada en tecnologías para la innovación digital del sector productivo.
La política queda al debe en lo que se refiere a la reconversión industrial, por ningún lado se mencionan iniciativas para incentivar la renovación de activos productivos, ni apoyos para la integración de capacidades digitales en un parque productivo que en su mayor parte está basado en tecnologías “análogas”, lo cual es fundamental para acelerar la productividad y cerrar la brecha digital.
Por último, y aunque las comparaciones pueden resultar incómodas, son ilustrativas: mientras la política de reindustrialización colombiana compromete recursos por US$2 billones, Brasil lanzó simultáneamente su “Nueva industria Brasil” con un financiamiento de US$60 billones.
Si bien el Conpes 4129 puede no ser perfecto, lo crucial es lograr una ejecución impecable; esperamos que así suceda.