Analistas

Las preguntas de la junta sobre IA

Hernán David Pérez

La IA generativa llegó a finales de 2022, y desde entonces, de una u otra forma, terminó sentada en la mesa de muchas Juntas Directivas. No porque todos la tuvieran clara -al principio casi nadie- sino porque se volvió imposible ignorarla. Lo interesante es ver cómo, año tras año, las preguntas de los miembros de Junta han cambiado progresivamente a medida que la tecnología ha generado mayor valor, pero a su vez ha traído nuevos riesgos.

A inicios de 2023, la conversación era básica, y a la vez, totalmente válida. Era el momento de comprender el contexto: ¿qué es IA generativa y qué no es? ¿Qué puede hacer hoy en nuestra empresa, o deberíamos esperar?

A mediados de 2023 apareció el “lado B”: los temores. Ya no se trataba de entenderla, sino de protegerse. ¿Qué riesgos nos puede generar en datos, propiedad intelectual y reputación? Y la pregunta inevitable: ¿esto va a reemplazar a las personas o transformar la productividad?

En 2024 el tono cambió. Menos moda, más pragmatismo. La pregunta dejó de ser “si” y pasó a ser “dónde”. ¿Estamos preparados como organización para abordar casos de uso con la IA? (datos, procesos, seguridad, riesgos) ¿Dónde podríamos ahorrar dinero con IA? (productividad, automatización).

En 2025 la conversación se abre en dos vías, por un lado, al interior de la organización, los asistentes de IA de los empleados se convirtieron en el “colega imprescindible”, pero generando grandes inquietudes en la dirección por los riesgos de pérdida de información y fuga de datos sensibles. Acá la Junta se pregunta ¿Debemos prohibir el uso de asistentes de IA personales y evolucionar a planes corporativos?, ¿El costo beneficio es justificable? Y la pregunta de ser una empresa “AI-First” surge: ¿Qué cambia en políticas, capacitación, indicadores, toma de decisiones, y responsabilidades para evolucionar al “AI-First”?

Por otro lado, la conversación se mueve hacia la interacción con los clientes. Ya no alcanza con ahorrar tiempo en tareas internas de los empleados de oficina: el foco empieza a ser cómo la IA crea valor. Ahí aparecen preguntas como: ¿cómo usamos IA para mejorar la experiencia del cliente? (mejor atención, personalización, recomendaciones, tiempos de respuesta). Y, porque eso toca la cara visible de la compañía, llega la pregunta inevitable: ¿cómo lo hacemos sin perder control? (calidad, consistencia, cumplimiento, trazabilidad).

Para 2026, lo más probable es que la discusión se vuelva más operativa y más seria, porque ya habrá procesos críticos apoyados en IA, y la disrupción de la IA en el comercio online probablemente se haga más evidente.

Por el lado de la continuidad de los procesos ¿qué depende hoy de IA y cómo garantizamos continuidad y calidad?, y la pregunta final -la que toda Junta termina haciendo cuando algo se vuelve parte del negocio-: ¿quién responde cuando la IA se equivoca y qué evidencia tendremos de debida diligencia?

Por el lado de la disrupción en el comercio electrónico: ¿Nuestro sitio de comercio electrónico está preparado para buscadores basados en IA? ¿Cómo rediseñamos producto, contenido y experiencia para seguir siendo visibles, elegibles y preferidos en la web?

Y ahora la pregunta incómoda: en tu Junta, ¿las preguntas sobre IA están al día… o todavía están años atrás?

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