Las expectativas que tengo con Bre-B
Como presidente de una banca pública con vocación de servicio, como lo es el Banco Agrario, estoy atento al desarrollo de Bre-B, una apuesta que puede aportar significativamente a la inclusión financiera del país. Celebramos toda iniciativa que facilite la vida de nuestros clientes, permitiéndoles realizar transacciones de forma más sencilla y, sobre todo, gratuita.
Desde el Banco Agrario ya habíamos dado un paso importante con Transfiya, que permite transferencias interbancarias sin costo. Sin embargo, reconocemos que un ecosistema como Bre-B tiene el potencial de consolidar y unificar esfuerzos para ofrecer a las personas una experiencia más integrada y universal en el manejo de sus recursos.
No obstante, me preocupa que una iniciativa loable como esta termine convertida en una estrategia de competencia más, en lugar de un esfuerzo articulado. Aunque Bre-B se presenta como una solución para promover la inclusión financiera, hasta ahora no ha logrado una articulación estructurada ni estratégica con el Banco Agrario, que está presente en 99% del territorio nacional y, en muchos casos, es el único banco en zonas rurales y dispersas, en donde en promedio solo una, de cada dos personas, tiene acceso a servicios financieros, según refiere el más reciente estudio de inclusión financiera de la Banca de Oportunidades.
Gran parte de las acciones de esta herramienta, se concentran en alianzas con neobancos, entidades privadas en entornos urbanos o pilotos limitados. No se percibe una apuesta clara por la escalabilidad en territorios vulnerables, ni por modelos cooperativos, asociativos o populares, que son fundamentales para la sostenibilidad financiera en el campo.
Si bien se menciona la inclusión financiera por sistemas de pago, poco se habla del microcrédito, tema en el que no hay una propuesta robusta que responda a las necesidades reales del sector rural: por ejemplo, micro seguros, créditos adaptados a los ciclos productivos y herramientas de fortalecimiento técnico siguen estando por fuera de la conversación.
Además, a pesar de la cercanía del lanzamiento, el ciudadano común aún no comprende qué es Bre-B, cómo le impactará ni qué cambios puede esperar en su vida financiera. Se habla de inclusión, pero poco se dice sobre su sentido, su sostenibilidad o su proyección en el tiempo.
Una vez entre en operación el modelo seleccionado, será fundamental hacer un seguimiento cuidadoso para asegurar que se mantenga un entorno competitivo y abierto, evitando que las transacciones se concentren en unos pocos actores.
En este sentido, el Banco de la República podría considerar la posibilidad de retomar el control del sistema si las condiciones lo ameritan, garantizando así que su gestión pueda mantenerse en un riel de carácter público. Es importante que los beneficios que se generen para los consumidores financieros y los avances en inclusión financiera en el corto plazo se equilibren con una visión de sostenibilidad en el mediano y largo plazo.
Lo digo con conocimiento de causa: recorro el país todos los días, y en muchos rincones, Bre-B sigue siendo un concepto difuso, sin presencia real. Desde el Banco Agrario seguimos a la expectativa, con la esperanza de que esta iniciativa no solo prometa inclusión, sino que la materialice, especialmente en los territorios en donde más se necesita.