No tengo la menor duda en afirmar que este país rebosa talento en general.
Tras cinco años de trabajo por estos lares, en una industria donde la creatividad y la innovación es clave para reinventarse y atender las necesidades de nuestros clientes, hay que afirmar que Colombia tiene los mimbres necesarios para abordar estos retos que se nos presentan todos los días. Si a eso se une el optimismo innato de su gente, podemos decir que nos encontramos ante una de las mayores bolsas de talento que existe, no solo en el continente americano, sino a nivel mundial.
Su posición geográfica privilegiada, en el centro del continente; su cultura plural, que la convierten en país de muchos países; su riqueza de matices, que permite un cúmulo de oportunidades diversas; su espíritu emprendedor colombiano, que yo personalmente no reconozco ni de lejos en otros países…., Todas estas aptitudes y privilegios entre otros, me llevan a preguntarme por qué no brilla más a nivel internacional y es referente para muchas más cosas de las que ya es. ¡Y todo esto con una paz que se va consolidando!
Aquí es donde me atrevo a lanzar un reto. Un reto al menos para todos los que trabajan en nuestro sector: nos lo tenemos que creer. Tenemos que ser capaces de emular a otros países, que sin tanto pareciera que tienen todo y más. Con un matiz que todavía tendría que ayudar más a esa reafirmación de país de referencia; el colombiano es una persona cercana, acogedora, afable, colaboradora, que sabe trabajar en equipo y que en general, es feliz. Esta felicidad no solo se muestra en su vida personal, sino también en la forma de trabajar.
No es casualidad que Colombia sea el “hub” regional de muchas agencias para prestar servicios digitales, contenidos, creatividad…, no solo a Latam, sino también a otros países de otros continentes
Sin embargo, todavía hay margen de mejora tanto en el adn intrínseco del colombiano, como en la telaraña político empresarial.
Respecto a lo primero y con todo el respeto y cariño que tengo al que es ya mi “segundo país”, no hay que ser conformista y debatir. Hay que buscar la excelencia en nuestro trabajo diario (y esto es aplicable a todos los sectores y en todos los niveles). Hay que ser curioso cada día y tener capacidad de sorprenderse para aprender continuamente buscando soluciones a esa “sorpresa”. Ir al grano. Ser directo. Si tenemos claro nuestro punto de vista respecto a un tema en particular, no dudemos en defenderlo frontalmente. Hasta el final. Confrontemos nuestras opiniones. Yo soy de la opinión que con educación, respeto y humildad todo es planteable y defendible. No caigamos en la resignación ante los obstáculos que nos puedan aparecer ¡La pasión mueve montañas!
Y otro tema capital, en el que nunca he querido entrar, no es otro que pedir que las personas que están destinadas a gobernar y a gestionar este maravilloso país, se pongan a la altura del tejido empresarial existente y lo más importante; de sus ciudadanos. Que sumen, que faciliten, que usen los recursos de manera coherente y eficaz. Que no piensen en “primera persona del singular” y si les cuesta que al menos cambien de pronombre : pasen del yo al nosotros, pero al nosotros ampliado extendido.
Si hay un talento más que demostrable en todos los ámbitos, nos merecemos una clase política que esté a su altura. Desgraciadamente, este punto no es algo que afecte solo a Colombia. De hecho, trasciende incluso de Latinoamérica, pero al igual que en nuestro día a día, no hay que resignarse y pensar que “tenemos lo que nos merecemos”.
Cinco años me dan una cierta autoridad moral, solo cierta, para compartir lo que os he dicho y para presumir y estar orgulloso de este país y de su gente. Este país que me recibió con los brazos abiertos en pleno mundial de fútbol Brasil 2014 y del que he aprendido tanto. Ojalá este año, también en Brasil, Colombia se lo crea y se lleve la Copa América; con humildad, pero convencida de poder lograrlo.