Analistas 25/09/2018

Innovar o morir

Puede sonar muy drástico el título de este artículo, pero no cabe la menor duda que el mundo y los negocios están cambiando tanto y a tal velocidad que es necesario que las empresas piensen sin cesar en lo que tienen que mejorar/ajustar/inventar para adecuarse a las demandas de sus consumidores.

El error es pensar que la innovación es algo que sólo aplica a las empresas de la “nueva economía” y que, por lo tanto, el resto están condenados a desaparecer.

Nada más lejos de la realidad. Las empresas con más tradición, experiencia y conocimiento tienen a priori más posibilidades de reinventarse. Sólo necesitan una cosa: estar abiertos al cambio y fomentarlo entre sus empleados y no pensar que su negocio es inagotable.

Hay ejemplos muy claros de empresas legendarias como IBM o Walmart o muchas de telecomunicación, que son líderes en sus respectivos sectores de actividad y se han reinventado aprovechando su posicionamiento de mercado.

De la misma manera que en este mundo de “ldata oriented” todas las organizaciones intentan canalizar y ordenar la información a través de un “Chief Data Officer” (CDO) que busca usar los datos tanto transversal como multidepartamentalmente para lograr sus objetivos de negocio, también la innovación debe formar parte del ADN de todas las empresas.

Fomentar esa manera de pensar “out of the box” se tiene que convertir en una capacidad a evaluar cuando reclutamos personas para nuestras empresas. Del primero al último de los trabajadores están en disposición de sumar, de aportar ideas que ayuden a evolucionar.

Incluso iría mucho más allá, ¡convoquemos concursos de innovación entre nuestros empleados!, para temas que afecten a la compañía o que trasciendan la misma, para que se mejore esa habilidad.

Lo que tenemos que potenciar es que las personas sean conscientes de que la innovación es parte de su día a día y que sus recomendaciones, sugerencias e ideas se van a evaluar e incluso a premiar, más allá de que se pongan en práctica o no.

El ejercicio mental de pensar de manera diferente, ya es un triunfo y seguro que nos traerá buenos resultados y será uno de los principales “assets” a considerar si queremos cambiar de trabajo o crecer dentro de la empresa en la que trabajamos.

Sin embargo, innovación no es intuición y todo desarrollo innovador debe enmarcarse dentro de un proceso. No basta con que se nos ocurra una idea brillante. Es más viable que dicho momento de brillantez surja si se trabaja de manera ordenada.

Hay profesionales expertos en liderar dichos procesos y es muy recomendable contar con la ayuda de dichas personas hasta que exista un área que lidere la innovación dentro de la compañía.

Otro error al hablar de innovación es pensar que solo podemos proponer ideas de una gran magnitud o trascendencia para que sean consideradas ¡Para nada! Pequeñas iniciativas pueden significar grandes cambios en términos de eficiencia, de mejoras en nuestra oferta de servicios o productos o incluso del clima organizacional.

Pensemos, propongamos y defendamos aquello que generemos, pensando más en la satisfacción personal y profesional que ello nos reporte, aunque no se conviertan en iniciativas reales.

The “big four” (Apple, Google, Facebook, Amazon) pueden servirnos de guía para potenciar nuestras iniciativas en innovación, pero no tienen “la patente única” para ser exitosas en estos procesos. Crecen porque invierten y premian incluso el fallo/error como germen de la disrupción. La clave, no quedarse quietos.

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