El pasado lunes, semana previa de las fiestas navideñas, dos noticias se han repartido el protagonismo entre los periódicos de mi país. Con una diferencia temporal de horas y sitas en dos lugares separados por más de diez mil kilómetros, ambos titulares pueden estar muy relacionados. Me refiero a la victoria del candidato de ultraderecha en las elecciones presidenciales chilenas y, por otro lado, la rueda de prensa que ha dado nuestro presidente del gobierno, haciendo “su” y destaco el adjetivo posesivo, resumen del año que ya termina. Suele hacerlo la última semana del año, pero en este caso lo ha adelantado no vaya a ser que la catarata de asuntos turbios que le rodean siga creciendo y creciendo cada día que pasa.
A lo largo del artículo intentaré explicar por qué estas dos noticias puedan tener lazos en común.
Me vais a perdonar, pero por primera vez desde que colaboro con este periódico voy a hablar directamente y sin rodeos del personaje que tenemos por presidente del gobierno en España. Creo que como persona de ideología social demócrata puedo permitirme el derecho a opinar de manera racional y menos pasional que otros que, por diferentes motivos ideológicos, les cuesta más.
Defender unas ideas no supone comulgar con ruedas de molino, ni aceptar que todo vale para seguir en la poltrona del poder.
Creo que por mi posición política puedo ser mucho más ecuánime a la hora de evaluar lo que está pasando con nuestro gobierno, porque sí, se han tomado medidas muy acertadas que están ayudando a una parte de la población con menos recursos y eso es digno de reseñar: subida del salario mínimo interprofesional, subida de las pensiones, y de los sueldos de funcionarios (en ambos casos acorde a la subida del IPC), ingreso mínimo vital (pésima gestión del mismo por otra parte), ayudas a la vivienda para los jóvenes, crecimiento del PIB muy por encima de la media de la Unión Europea en los últimos años, medidas que han llevado a fomentar el empleo y con ello reducir considerablemente la tasa de desempleo, aunque sigamos liderando la clasificación entre los grandes países de la UE.
Es verdad que se puede contraargumentar a todo lo anterior de que todas esas medidas no están mejorando explícitamente, la calidad de vida de todos los ciudadanos. Los índices de pobreza, las apreturas de llegar a fin de mes…, todavía son realidades incontestables.
Sin embargo, al otro lado de la balanza hay decisiones y actuaciones que ponen en duda si este gobierno puede tener capacidad de seguir gobernando, eso sí, a cambio de lo que sea para conseguir apoyos parlamentarios o, por el contrario, debe dar un paso a un lado y convocar elecciones parlamentarias.
En estas últimas semanas ha habido varios hechos que han pegado en la línea de flotación de lo que es el ideario progresista defendido por el presidente y muchos de sus más fieles colaboradores, que han enarbolado la bandera de defensores de algo que, en estos momentos, se les está dando la vuelta como un calcetín: el feminismo y la igualdad (respeto) entre hombres y mujeres.
Ya no hablo de “supuestos” (por estar en fase judicial, sin sentencia, aunque pruebas e imputados encarcelados ya hay algunos y es cuestión de tiempo de que cambien su lugar de residencia habitual), casos de corrupción de sus más directos colaboradores, una red de mordidas que salpican a diversos ministerios, organismos públicos o el no respeto de sentencias “controvertidas” del Tribunal Supremo que afectan al Fiscal General del Estado o el posible clientelismo y nepotismo descarado de su familia más cercana, que también. Y una cosa no menor, ¡tercer año donde no se aprueban los presupuestos y se prorrogan los anteriores!
Ante todo lo anterior, siempre el presidente viene con la manida frase de que “los otros más”, aunque el estandarte de tolerancia cero ante la corrupción fue su único argumento para acceder al poder.
Sin embargo, los casos levantados de acoso laboral y sexual a mujeres del partido por compañeros con cargos muy representativos a nivel nacional y local, las andanzas con prostitutas a cargo del erario (o de las mordidas) y el falso respeto a la igualdad entre hombres y mujeres, sí que pueden significar un antes y un después en el futuro de esta formación política de cara a las próximas elecciones, cuando toquen.
No basta con pedir perdón, decir que se ha actuado contundentemente apartando a los señalados o que se van a establecer protocolos que puedan ser usados por las víctimas para que denuncien sin represalia alguna. No; no basta, porque son situaciones que deberían ser inconcebibles dentro de un partido que presume de la defensa numantina que hace de estos movimientos progresistas.
¿En que lugar queda esa arrogante superioridad moral de la que tanto se alardea? ¿Es un topicazo de cara a la galería?
En la perorata y posterior rueda de prensa dada ayer por el presidente, dibujó una realidad que podría ser calificada de paralela, algo que sólo él tiene en su cabeza. Se ha creado su propio metaverso y en él está enrocado pensando, como dijo muy ufano, que a los españoles “les renta” seguir con este gobierno y que toda esta maraña de escándalos es algo a lo que no hay que dar tanta importancia. Lo fundamental es que, sin él, este país está condenado a la ruina.
Cabría pensar que si “nos renta” su presidencia no debería tener problema en someterse a una cuestión de confianza en el parlamento o a convocar elecciones y que los votantes le confirmen en las urnas. Sin embargo, parece que “su realidad” no esta tan alineada con la realidad del país y no está por la labor ni de una cosa ni de la otra. Incluso, ni siquiera muchos de los votantes y dirigentes de su partido a los que ha ido arrinconando para consolidar su mesianismo divino, comparten su visión absolutamente edulcorada de la realidad.
Y es aquí donde uno este escenario devenido en noticias día sí y día también, lo uno con la victoria de la ultraderecha en Chile, que no es más que una muestra más de lo que está pasando en una gran parte de países occidentales.
¿No habrá una relación muy directa entre el auge de la ultraderecha y las autocracias populistas de esa ideología y el desatino al que han llegado muchos gobiernos progresistas que han hecho del movimiento woke, de sus soflamas extremadamente absurdas e inclusivas (que han llegado a ser excluyentes para el resto), su obsesión por atacar el crecimiento de empresas y particulares y de una fijación por el clientelismo un caldo de cultivo que alimenta a los primeros?
Desde mi punto de vista, sí que hay una clara relación. Ese discurso buenista, clientelar, inclusivo hasta el absurdo de inventarse palabras, más hembrista que feminista, ha rearmado de argumentos a partidos del otro lado del espectro político y ha desenganchado a muchos de sus votantes.
¿Resultado? Sin hacer nada y simplemente viendo pasar los acontecimientos mientras comen palomitas, están ganando terreno y ni siquiera los partidos conservadores o liberales son capaces de parar su ascensión lo que, al menos a mí, me parece preocupante; muy preocupante y que puede echar por tierra lo logrado durante muchos años
Mientras tanto, aquí, en España, seguiremos viviendo dos realidades paralelas hasta que llegue el momento de decidir y ver quien se lleva el gato al agua: el presidente mesiánico “que nos renta”, pase lo que pase a su alrededor o cualquier otro, que personalmente no me merecen ninguna confianza.
Momentos complicados, que no distan mucho de lo que está pasando en mi querida Colombia.