El tiempo se agota
Es claro que le corresponde al Gobierno fijar la política eléctrica y a la Creg su regulación. A través de los años, amplios sectores de la sociedad han expresado numerosas críticas a la forma como opera el sector, si bien reconocen aciertos. No obstante, la errática evolución del sistema hacia la excesiva dependencia de la hidroenergía y la escasa participación de la demanda, así como a la gran concentración de la propiedad en generación y distribución (solo resaltando lo protuberante), erigen un mercado malogrado.
El efecto acumulado evidencia, entonces, variedad de dificultades, principalmente, en lo referente a elevados precios y a una posible y pronta crisis de suministro, puesto que podremos estar expuestos a hidrologías adversas, a pesar de que hoy estemos inundados.
La postura más frecuente en el sector - incomprensible para observadores ajenos - se resume en: Hay que defender la institucionalidad pues la electricidad no se ha apagado desde 1993! Pobre argumento, ya que esto generalmente se asume como condición sine qua non, y dado, además, que fallamos en cantidad de pruebas de comportamiento de los mercados. Ahora bien, en épocas de crisis se requiere intervenir con prisa y contundencia. Se hizo en California e Inglaterra, y ahora en prácticamente toda Europa. En Colombia se han intervenido los embalses.
La preocupación del presidente Petro es legítima: altos precios y la posibilidad de desabastecimiento en el futuro próximo (coincidente con nuestro análisis). Enfrentamos dificultades con Hidroituango así como retrasos en los proyectos de transmisión y generación. La presidente de Acolgen dice que no habría amenaza de cortes si ellos no estuviesen disponibles antes de 2025, pero hay señales de que no habrá arreglos para esa fecha.
Tenemos mala memoria. La más preocupante de las dos últimas amenazas de apagones, la ocurrida entre finales de 2015 y principios de 2016 fue la más preocupante. En ese periodo, cuando la posibilidad de faltantes de electricidad era inminente, el presidente Santos, contrario a la ortodoxia, intervino el sector para evitar cortes. Saliendo en televisión todos los días, promovió el ahorro de electricidad con el lema “apagar paga”.
Pues bien, se logró conjurar la crisis con la participación de los colombianos que, en conjunto, nos comprometimos a disminuir nuestro consumo - los fundamentos, en investigaciones de Elinor Ostrom, Nobel de economía.
Los dos asuntos que nos acechan, aunque relacionados, hay que enfrentarlos con diferentes estrategias. Se requiere incorporar la suficiente capacidad y reducir los precios de electricidad de inmediato. Para lo primero, se propone promover pronto la autogeneración, a través de incentivos directos como han sido aplicados exitosamente en Brasil, y parques de renovables que no dependan de nuevas redes eléctricas. Para lo segundo, es menester adoptar medidas tanto estructurales como transitorias para que el mercado refleje precios cercanos a los costos de producción.
La heterodoxia no es garantía. Hay que actuar efectivamente y lograr la confianza de los usuarios, las comunidades y los empresarios del sector. El asunto es grave, estamos notificados, y podremos sufrir daños de grandes proporciones. Si nos apagamos, la responsabilidad recaerá en el presidente Petro, a pesar de que ella debería apuntar, principalmente, a sus antecesores. El tecnicismo importa y los incentivos deberán aplicarse con efectividad. Esto no es fácil, intentarlo no es suficiente, hay que acertar! The clock is ticking - “el tiempo se agota”.